martes, 28 de marzo de 2017

ACTIVIDAD DE LENGUA CASTELLANA SEGUNDO PERIODO PARA ABRIL 6 DE 2017

INSTITUCION EDUCATIVA LICEO LA PRADERA
PLAN DE CLASES LENGUA CASTELLANA GRADO 11° 1-2-3-4
DOCENTE FREDY PADILLA BAUTISTA
FECHA  MARZO 30 DE 2017………………………….. CLASE N° 6
TEMA: Literatura: la literatura de la Edad Media, con énfasis en la narrativa del cuento y la novela
SUBTEMA: obras medievales de la literatura como La divina comedia de Dante Alighieri y el Decamerón de Giovanni Boccaccio
TIEMPO DE EJECUCIÓN: TRES periodos de clases
ESTANDAR: Analizo crítica y objetivamente diferentes manifestaciones literarias del contexto universal.
LOGRO Comprender la Edad Media como un periodo de grandes aportes a la literatura, a través de la cual se reflejan los elementos contextuales que determinaron e influyeron en la época, en la cual sobresalen obras como La divina comedia y el Decamerón
COMPETENCIA:
·         Gramatical o sintáctica: Comprendo e interpreto diversos tipos de texto, para establecer sus relaciones internas y su clasificación en una tipología textual
·         Cognitiva: Demuestra capacidad para construir conceptos de estudio, por medio de exposiciones orales y escritos, y desarrollo de procesos.
·         Literaria: . Produzco textos argumentativos que evidencian mi conocimiento de la lengua y el control sobre el uso que hago de ella en contextos comunicativos orales y escritos.
·        INDICADORES DE DESEMPEÑO
·         Distingue y relaciona los sucesos narrados en relatos de la Edad Media atendiendo a los requerimientos estructurales y contextuales, tales como sus características,  propósitos y finalidades.
·         Conoce las características y los rasgos predominantes de la edad media, comprendiendo su importancia cultural y literaria.
             
I.                    CONTENIDO.
LA LITERATURA MEDIEVAL

Contexto histórico.

El Imperio Romano de Occidente asiste a su desmoronamiento total cuando sube al poder el primer emperador bárbaro, Odoacro, que destrona al último emperador romano, Rómulo Augústulo,  en 476. Sin el férreo control imperial, Europa se dividió en numerosos reinos controlados cada uno por un pueblo invasor diferente: España por los visigodos, Francia por los francos, Italia por los ostrogodos, etc. Los monarcas buscaban el apoyo de los nobles y poderosos para sus guerras. A cambio los reyes les entregaron feudos que daría lugar a un sistema económico y social llamado feudalismo.
El desmoronamiento político produjo novedades sociales, la aparición del feudalismo, y también culturales, pues el latín, al romperse las comunicaciones con el resto del Imperio, evolucionó a las diferentes lenguas romances: castellano, francés o italiano. Tales culturas fueron desarrollándose durante los siglos medievales, algunas con influencias de otras civilizaciones, tales como la árabe, pues el año 711 este pueblo conquistó España e invadió Francia; la lucha contra el enemigo infiel se convirtió, de este modo, en la forma de vida de los visigodos hispánicos, que fueron modelo para el resto de Europa, pues se organizaron, durante los siglos XI y XII, hasta ocho cruzadas para recuperar los lugares sagrados de Tierra Santa (Jerusalén, etc). La religión católica surge, pues, con creciente fuerza y poder e impregna la vida política y cultural del Viejo Mundo, con una moral distinta como la de considerar a la vida como una etapa pasajera hacia la existencia definitiva del más allá. Gracias a la importancia que adquirió la iglesia como portadora de valores eternos, muchos viejos documentos fueron conservados, ya que los monasterios y los religiosos se convirtieron en los depositarios de la cultura clásica. Pese a que la lengua hablada cada vez se alejaba más del latín, estos documentos continuaron escribiéndose en latín, y empapándose de las grandes obras grecolatinas. Con el paso de los siglos y con las nacionalidades más definidas (Francia, Inglaterra, Italia, España y Alemania) surgirán, de los monasterios, las universidades.

Con el correr del tiempo, surgirán las ciudades y ahí los mercaderes y comerciantes lograrán un gran prestigio con su poder económico, requerido por los reyes. Nacerá una nueva y ambiciosa clase social que cambiará el mundo: la burguesía.


0.       Los inicios de la narrativa. La épica europea. (entre los siglos V y XIV)

Durante este período las obras literarias fueron muy escasas. La mejor parte de los documentos escritos eran de carácter religioso, escritos en latín por los clérigos de esa época.
Los pueblos germánicos, eminentemente castrenses, alcanzaron rango literario en sus lenguas vernáculas antes que los pueblos románicos (a partir del siglo VII) a causa de las primeras manifestaciones de la épica. Con el nombre de eddas se designan conjuntos de breves composiciones nórdicas de carácter narrativo sobre temas diversos: leyendas, mitológicos, héroes notables y grandes ciclos épicos. Cabe destacar aquí la importancia de la Leyenda de los Nibelungos, que constituye el conjunto más notable de la épica germánica (escritos en el siglo XII o XIII). Es una epopeya nacional donde aparecen las hazañas legendarias del héroe Sigfrido y de todos los antepasados de Germania: hunos, godos, burgundios y francos. Otra gran gesta, el Beowulf, es el extenso poema épico que inaugura la épica inglesa.
A partir del siglo XII, como consecuencia de la consolidación de las lenguas romances, surge el Cantar de gesta en Europa, a imitación de aquellas primeras gestas germánicas. Eran poemas épicos anónimos que los juglares recitaban ante el público diverso. Relataban la historia de un caballero noble al servicio de un rey o de un poderoso señor feudal. El protagonista era siempre muy valiente y virtuoso y realizaba verdaderas hazañas para vengar una injuria o defender los territorios de su señor.
Estos relatos se basaban en circunstancias y personajes históricos pero eran adornados y modificados por la fantasía de cada juglar. Actualmente se conservan más de cien; sin embargo los más conocidos son: La canción de Rolando escrita a fines del s. XI en Francia y el Cantar del Mío Cid compuesta en el año 1140 en España.


1.       El amor cortés


1.1. La lírica provenzal (S. XII)

Surgida en la zona de Provenza y otras cortes del sur de Francia. Era una poesía de tema amoroso, escrita por los trovadores, poetas de gusto refinado y elevada posición social. Su interpretación se acompañaba con música y estaba a cargo del propio trovador o de un juglar al que el autor contrataba. Influyó en la lírica castellana del S, XV.
En sus poemas, escritos en primera persona, los trovadores crearon un nuevo concepto del amor: el amor cortés, llamado así porque sólo podía darse entre damas y caballeros nobles que vivían en la corte. Lo característico del amor cortés es que siempre se trataba de un sentimiento desdichado y platónico. La amada, generalmente casada con un señor poderoso, es descrita por el poeta como un ser frágil, puro y dotado de las más elevadas virtudes.
El primer trovador conocido fue el conde Guillermo de Portier (1086-1126)


1.2. Novelas de caballerías: (S.XIII)

Son las primeras composiciones escritas en prosa. Estas narraciones contaban las hazañas de un valiente y solitario caballero, cuyo principal propósito era conquistar el corazón de una virtuosa e inaccesible dama. Los primeros relatos aparecen en Inglaterra y en el noroeste de Francia y se inspiran en lo que se ha denominado “Ciclo Artúrico” o “Materia de Bretaña”. Se trata de una serie de leyendas sobre los Celtas y la historia legendaria de las Islas Británicas y tienen como mito central al Rey Arturo.

La leyenda artúrica parece inspirarse en un caudillo britano que dirigió la defensa de Bretaña frente a los invasores sajones a comienzos del siglo VI. Con referente real o sin él, Arturo ha pasado a la iconografía popular como sinónimo de inteligencia, honor y lealtad. Su espada (Excalibur), es un símbolo del poder legítimo. Su capital, Camelot, un lugar idílico de igualdad, justicia y paz. El hecho de que Arturo y sus caballeros se reuniesen en torno a una Mesa Redonda, parece indicar que el rey era un primus inter pares, que significa 'primero entre iguales'. La Corte del rey Arturo está llena de elementos fantásticos: magos y nigromantes como Merlín y Morgana, enemigos casi sobrenaturales como Mordred, etc. Y por supuesto el amor, personificado en la reina Ginebra, es un caso habitual de amor cortés con pocas variantes, incluida la traición o amistad conflictiva de Lancelot.
La leyenda de Arturo ha ido incorporando en sus distintas versiones elementos míticos de los celtas, uno de los más relevantes habría dado lugar al grial. El grial es parte de la mitología cristiana medieval, carece de referencias en los textos bíblicos. También aparecen recipientes mágicos como el cuerno de la abundancia o los calderos del conocimiento de la tradición céltica.

De entre todos los escritores de la época, destaca Chrétien de Troyes (1135-1190), poeta de la corte de Champaña. Considerado el primer novelista de Francia y, según algunos, el padre de la novela occidental. Es uno de los impulsores de la cristanización de la leyenda, a él se le atribuye la inclusión del Santo Grial en el relato artúrico. Sus libros más famosos son Yvain, el Caballero del León y Lancelot, el Caballero de la Carreta. A partir de Troyes, los relatos del siglo XII se centran menos en Arturo, dando preeminencia a otros personajes como Lancelot y Ginebra, Perceval, Galahad, Gawain, y Tristán e Isolda.

Tristán e Iseo. Relato que reúne y ejemplifica muchos de los elementos de la novela de caballerías. Es posible que la imagen de Tristán se inspire en un personaje histórico de Cornualles. En cualquier caso, la leyenda lo asimiló al héroe irlandés Diamaid, amante de Grainne. Simbólicamente, Tristan representa a la luna, mientras que Iseo es la imagen del sol. La novela en prosa del siglo XIII destaca el hecho de que Tristán moriría si no tuviese relaciones íntimas con Iseo por lo menos una vez cada mes. Todo esto guarda estrecha relación con el calendario celta, que es un calendario lunar. Por otra parte, en las lenguas célticas, la luna es de género masculino y el sol, femenino. En el mito original, Tristán no ama a Iseo, pero se ve obligado a amarla por el poder del hechizo lanzado sobre él por Iseo, detalle que fue sustituido en los textos franceses por el tema del filtro mágico bebido al descuido.
Al igual que Lancelot, Tristán puede ser considerado un modelo de caballero cortés: valiente, invencible, brillante poeta. En la tradición galesa, el personaje es dueño de temibles poderes: las heridas que produce son siempre mortales y todos los que osan lastimarlo, mueren. La muerte de Tristán, no es consecuencia de la herida envenenada, sino que se debe a que Iseo llega tarde: el sol no puede devolverle la luz que la luna necesita. El simbolismo es muy sugestivo. Iseo, Isolda o Yesult, hija del rey de Iranda, esposa de rey Marc de Cornualles es la amante de Tristán. Su arquetipo responde a la irlandesa Grainne, cuyo nombre proviene de la palabra “grian” que significa "sol". Iseo, "La rubia", es la representación más antigua de la diosa solar de los celtas. En el mito, ella presta la vida, el calor y la luz a su amante Tristán, la luna. El nombre Iseo no es de origen celta, sino del germano-escandinavo hild que significa "muchacha". Se supone pues, que hay influencia islandesa en la leyenda.

                Fragmento:         

-Amigo Tristán, cuando muerto os veo, no hay razón para que yo siga viviendo. Habéis muerto por mi amor, yo muero por cariño hacia vos. No pude llegar a tiempo para curar vuestro mal, amigo; por vuestra muerte no podré volver a tener consuelo, ni alegría, ni solaz, ni placer. ¡Maldita sea la tormenta que me retuvo en el mar! Si hubiera podido llegar a tiempo os habría devuelto la vida y os habría hablado dulcemente de nuestro amor; os habría recordado nuestro triste sino, nuestras alegrías, solaces y los sufrimientos y penas que vivimos por nuestro amor. Os habría besado y abrazado. Ya que no he podido devolveros la vida, que al menos nos reunamos en la muerte, que comparta la misma suerte que vos. Por mí habéis perdido la vida, por vos moriré como amiga fiel. Se extiende junto a él. Lo abraza, lo besa en la boca y en el rostro, lo estrecha contra sí, cuerpo contra cuerpo, boca contra boca.
Rinde así el alma y se extingue junto a su amigo. Iseo muere por amor a Tristán.
Cuando llegó al rey Marcos la noticia de la muerte de los amantes y supo por Brangel que Tristán había amado a Iseo por la virtud del filtro, a pesar de su voluntad, rompió en lamentos con gran dolor:
-¡Dios! -decía-, ¿por qué no he sabido esta aventura? ¡Yo habría podido remediarlo y Tristán nunca habría tenido que alejarse de mí! ¡Ahora los he perdido a los dos!
Atravesó el mar y vino a Bretaña. Hizo preparar dos ataúdes finamente labrados y los llevó en su nave hasta Tintagel. En la capilla del monasterio, a la derecha y a la izquierda del ábside, hizo levantar sus tumbas. Por la noche, de la tumba de Tristán surgió una viña que se cubrió de hojas y ramas verdes. Sobre la tumba de Iseo creció un hermoso rosal de una semilla traída por un pájaro salvaje; las ramas de la viña pasaban por encima del monumento y abrazaban el rosal, mezclando sus flores, hojas y racimos con los capullos y las rosas. Y los antiguos decían que estos árboles enlazados habían nacido de la virtud del filtro y eran símbolo de los amores de Tristán e Iseo, a quienes la muerte no había podido separar.

Del texto, destaca el fracaso de la pasión total o del amor humano imposible, pues éste surge por efectos mágicos, sólo se explica por arte de nigromancia y encuentra su culminación en la muerte; pero sus protagonistas niegan tanto su fracaso como su imposibilidad. En cuanto a estos es interesante comprobar la ausencia total de sentimientos religiosos y  la carencia absoluta de arrepentimiento moral, debido quizá al filtro amoroso causante de la pasión. Tristán es un héroe más moderno que su contemporáneo, Lancelot, cuyas cualidades están más arraigadas en la sociedad cortesana francesa de su tiempo. Es, en definitiva, la historia del fracaso del hombre cuando entra en conflicto con la sociedad, pero también la del triunfo de la pasión por encima de las convenciones y de la muerte.


1.3. El dolce stil novo:

Fue una escuela literaria que se desarrolló en Italia y que también recreó el tema del amor cortés. Sostenía que la belleza no procede del linaje, sino de las virtudes del corazón y le proporciona la virtud necesaria para elevarse hasta Dios; la poesía debía reflejar la belleza y ser la expresión de un sentimiento puro y delicado. Introdujeron nuevas formas métricas e incorporaron recursos más refinados y elegantes. Estos logros enriquecieron considerablemente la expresión en las jóvenes lenguas romances y abrieron el camino hacia la poesía renacentista. Los principales poetas de esta tendencia son Guido Cavalcanti y Dante Alighieri.

Dante Alighieri
Representante de la cultura cristiana de la Edad Media, nace en Florencia en 1265, de estirpe noble. En 1274 conoce a Beatriz, hermosa niña de 9 años, y se fascina con su rostro pálido y ojos verdes, pues se le figura un ángel. Pero su padre lo comprometió con Gemma Donatti. En 1283, ve por segunda vez a Beatriz y a partir de ese entonces comienza a escribir de ella en rimas. En 1289, Beatriz se casa con su prometido y al poco muere. Dante se casa con Gemma, de quien tuvo 4 hijos: Jacobo, Pietro, Giovanni y Beatriz.
Su rectitud moral le apartó de los grupos políticos que pugnaban por el poder en Florencia y marchó desengañado. Vivió vagabundo por Lombardía, Toscana y Romania.  Rechazó un retorno ignominioso a Florencia. Murió en 1320.

La Divina Comedia
Se trata de un largo poema narrativo de 14.000 versos escrito en latín con versos endecasílabos en tercetos encadenados que describe el viaje de Dante al mundo de los muertos a través del Infierno, Purgatorio, Paraíso, hasta el encuentro con Dios guiado por el poeta  Virgilio y por su amada Beatriz. La obra se caracteriza por la simetría estructural, pues se divide en 100 cantos: un prólogo con 33 cantos por estadio, cada uno terminado con la palabra “estrella”. El Simbolismo y la alegoría son los elementos estilísticos más frecuentes, pues los personajes, animales y cosas representan algo más que su simple ser. El mismo autor, Dante simboliza al hombre extraviado; Beatriz, a la Ciencia Divina que redime; Virgilio, a la Sabiduría Humana;  las bestias, a los pecados… El “Viaje al otro mundo”, es la alegoría del alma en su camino de redención. El infierno, es la vida mundana: Florencia. El purgatorio es la vida contemplativa: Roma. El Paraíso, es la vida mística: Jerusalén.
La descripción parte de la idea de la Tierra según el sistema de Ptolomeo. La Tierra está inmóvil en el centro del mundo,  a su alrededor giran las esferas celestes y con ellas el sol, los planetas y las estrellas. El infierno y el purgatorio están en la tierra, el uno en forma de abismo hasta el mismo centro, el otro en forma de montaña altísima, en cuya cúspide está el paraíso terrenal. Ambos aparecen divididos en círculos concéntricos o en esferas que el poeta recorre paulatinamente.
La importancia fundamental que tiene la obra es su función de puente entre lo medieval (amor cortés, mujer inalcanzable y teocentrismo) y lo renacentista (armonía, simetría, amor platónico)
               
A mitad del camino de la vida,
en una selva oscura me encontraba
porque mi ruta había extraviado.

¡Cuán dura cosa es decir cuál era
esta salvaje selva, áspera y fuerte
que me vuelve el temor al pensamiento!

Es tan amarga casi cual la muerte;
mas por tratar del bien que allí encontré,
de otras cosas diré que me ocurrieron.

Yo no sé repetir cómo entré en ella
pues tan dormido me hallaba en el punto
que abandoné la senda verdadera.

(…)
Yo contesté: «Poeta, te requiero
por aquel Dios que tú no conociste,
para huir de éste o de otro mal más grande,

que me lleves allí donde me has dicho,
y pueda ver la puerta de San Pedro
y aquellos infelices de que me hablas.»
Entonces se echó a andar, y yo tras él
(…)
Vi aquí más gente que en las otras partes,
y desde un lado al otro, con chillidos,
haciendo rodar pesos con el pecho.

Entre ellos se golpean; y después
cada uno volvíase hacia atrás,
gritando «¿Por qué agarras?, ¿por qué tiras?»

Así giraban por el foso tétrico
de cada lado a la parte contraria,
siempre gritando el verso vergonzoso.

Al llegar luego todos se volvían
para otra justa, a la mitad del círculo,
y yo, que estaba casi conmovido,

dije: «Maestro, quiero que me expliques
quienes son éstos, y si fueron clérigos
todos los tonsurados de la izquierda.»

Y él a mí. «Fueron todos tan escasos
de la razón en la vida primera,
que ningún gasto hicieron con mesura.

Bastante claro ládranlo sus voces,
al llegar a los dos puntos del círculo
donde culpa contraria los separa.

Clérigos fueron los que en la cabeza
no tienen pelo, papas, cardenales,
que están bajo el poder de la avaricia.»






2.       Literatura árabe medieval: Las mil y una noches

Las Mil y Una Noches es una célebre recopilación de cuentos árabes del Oriente Medio medieval que utiliza la técnica del relato enmarcado. El libro describe de forma fantástica y algo distorsionada la India, Persia, Siria, China y Egipto. Hacia el año 800, los relatos, transmitidos oralmente, habían sido agrupados en ciclos. Se cree que muchas de las historias fueron recogidas originariamente de la tradición de Persia (hoy en día Irán), Iraq, Afganistán, Tajikistán y Uzbekistán y compiladas más adelante, incluyendo historias de otros autores. El compilador y traductor de estas historias al árabe es, supuestamente, el cuentista Abu abd-Allah Muhammed el-Gahshigar, que vivió en el siglo IX. La historia principal sobre Scheherazade, que sirve de marco a los demás relatos, parece haberse agregado en el siglo XIV.

Son relatos que surgen uno del otro, es decir, al contarse uno de repente surge otro y ese otro crea otro cuento hasta que termina el primero, como cajas encerradas en otras cajas. En el primero, se cuenta que el sultán Shahriar descubre que su mujer le traiciona y la mata. Creyendo que todas las mujeres son igual de infieles ordena a su visir conseguirle una esposa cada día, alguna hija de sus cortesanos, y después ordenaría matarla en la mañana. Este horrible designio es quebrado por Sherezade, hija del visir. Ella trama un plan: se ofrece como esposa y la primera noche logra sorprender al rey contándole un cuento. El sultán se entusiasma con el cuento, pero la muchacha interrumpe el relato antes del alba y promete el final para la noche siguiente. Así, durante mil noches. Al final, el sultán conmuta la pena y viven felices (con lo que se cierra la primera historia, la de la propia Sherezade).

Las historias son muy diferentes, incluyen historias de amor tanto trágicas como cómicas, poemas, parodias y leyendas religiosas musulmanas. Algunas de las historias más famosas son Aladino y la lámpara maravillosa, Simbad el marino y Alí Babá y los cuarenta ladrones; sin embargo, Aladino y Alí Babá fueron añadidos en el siglo XVIII por Antoine Galland, quien las escuchó en Siria. En muchas historias aparecen genios, elementos fantásticos y lugares legendarios que son mezclados con personas y lugares reales; el histórico califa Harun al-Raschid es un protagonista usual. A veces algún personaje en los cuentos de Sherezade comienza a contarle a otros personajes una historia propia, y esa historia puede incluir otra historia dentro de ella, lo que resulta en una estructura narrativa jerárquica.

"¡oh Sherezade! ¡Cuán espléndida es esa historia! ¡oh! ¡Qué admirable es! me has instruido, ¡oh docta y discreta! y me has hecho ver los acontecimientos que les sucedieron a otros que yo, y considerar atentamente las palabras de los reyes y de los pueblos pasados, y las cosas extraordinarias o maravillosas o sencillamente dignas de reflexión que les ocurrieron. y he aquí en verdad, que, después de haberte escuchado durante estas mil noches y una noche, salgo con un alma profundamente cambiada y alegre y embebida del gozo de vivir. Así, pues, ¡gloria a quien te ha concedido tantos dones selectos, ¡oh bendita hija de mi visir! ha perfumado tu boca y ha puesto la elocuencia en tu lengua y la inteligencia detrás de tu frente!”


II.                   EL RENACIMIENTO. (S. XV – XVI)


1.     Marco histórico- cultural. Rasgos generales.

Durante los siglos XV y XVI asistimos a importantes novedades en el panorama europeo. En este período se producen los grandes descubrimientos geográficos y los grandes inventos (brújula, papel, imprenta, pólvora). En el aspecto social también se produce una cierta revolución, pues el nacimiento de las ciudades y la creación del comercio al margen del señor feudal produce la decadencia del Feudalismo y la creación de ciudades independientes y de ciudades-estado, como ocurrió en Italia, cuna del Renacimiento. Este movimiento político culminó con la formación de monarquías absolutas (Francia, Rusia, España  Austria, Prusia… y de la monarquía constitucional Inglesa (Gobierno Parlamentario), no sin antes asistir a una serie de revueltas y guerras civiles internas, como la inglesa, que finalizó con la decapitación de su rey, Carlos II.
En el aspecto económico, es un momento de esplendor a causa de los avances en comercio e industria, y la consiguiente llegada de abundantes productos de Oriente, oro y plata de América a Europa.
Por otra parte, el conocimiento de los nuevos avances científicos y de los clásicos grecolatinos, produjo una disminución paulatina en el fervor religioso. El teocentrismo medieval (dios es el centro del universo) deja paso a un antropocentrismo (el hombre es el centro de la creación), que se sumará a un anhelo de pensar y actuar con libertad. Los conflictos religiosos empiezan a producirse durante este período, pues la Reforma que propuso Martín Lutero dividió Europa en protestantes y católicos, y llevó a todos los rincones del continentes cruentas luchas fratricidas. La Contrarreforma es el proceso católico que pretendía anular las malas influencias del protestantismo; muchos países, como España, se rigieron como defensores acérrimos del catolicismo, pero en otros fue la reforma la que se expandió, como en Alemania o en Inglaterra.
La corriente cultural en que se basa el Renacimiento se denomina Humanismo (Del latín “Humanitis” = amante de la ciencia del saber). Surge  a fines del S. XIV en Italia y se caracterizó por la admiración  y el conocimiento profundo de la antigüedad clásica grecolatina. Debe su nombre al hecho que revalorizó al hombre, pues consideró que era él, y no Dios, el centro y la finalidad de todas las cosas. Resucitó  la confianza en la razón humana y en la capacidad del hombre para entender y descubrir las leyes que rigen la naturaleza y el universo
El Renacimiento (Del latín “Renascere”) es la corriente artística y literaria que predominó en Europa entre los siglos XV y XVI.  Fue pues el restablecimiento, la restauración, un renacer de las tradiciones literarias de la antigüedad greco-latina que permaneció olvidada durante todos los años de la Edad Media. Se basaba en tres puntos fundamentales: el resurgimiento de lo clásico, el antropocentrismo y el ansia de saber.
En cuanto al resurgimiento de lo clásico, se produce en el sentido de que todas las artes toman como modelo la cultura greco-romana. Esto significó un desapego a las formas  de vida y pensar propios de la Edad Media. Se rechazó la Filosofía Escolástica mientras renacían Platón, Cicerón, Horacio, Virgilio y Ovidio. La forma literaria adquiere suma importancia, el hombre recobra el sentido del estilo del arte. Se imita a los clásicos y se rivaliza con ellos. Se retoma sus géneros, su mitología, su estilo sus sentimientos por considerarlos como dechados de belleza literaria. El antropocentrismo, por su parte, hace del hombre el gran tema de su arte y literatura, de sus reflexiones filosóficas y curiosidad científica, dejando la cultura cristianan en un segundo plano y, cuando se toma como tema, se aplica al mundo clásico, en una conciliación y sincretismo de la Cultura greco-latina con la doctrina cristiana. El hombre, en una euforia optimista, es el ser creado por Dios con toda su perfección y belleza, y capaz de llevar a cabo cuantas actuaciones se proponga. El estudio se convierte en un placer y en una cualidad para el hombre renacentista, que aspira a crear el Uomo Universale, el hombre que debe formarse en todos los campos del saber.

Los renacentistas resucitaron temas clásicos, tales como el amor: como un sentimiento idealizado generalmente platónico e insatisfecho; la naturaleza: como fuente de belleza (el paisaje aparecía idealizado como símbolo de armonía); la mitología: empleándose mitos de la antigüedad clásica para expresar diversos sentimientos; y el carpe diem: la llamada al goce de la vida y el aprovechamiento de lo que brinda el presente.

                Los autores más representativos en Italia son: Maquiavelo: “El Príncipe”, Ariosto: “Orlando el furioso” y Torcuato Tasso: Jerusalén libertada; en Francia: Rabelais: “Pantagruel y Gargantúa” y Montaigne: “Ensayos”; en Holanda: Erasmo: “Elogio de la locura”; en Portugal: Camoens: “Las Lusíadas”; y en España: Boscán: “El cortesano”. Garcilaso, Fray Luis  de León o el  Anónimo de El Lazarillo.

2.       Evolución de la lírica: del dolce stil nuovo a la poesía de cancionero

2.1. Francesco Petrarca (1304-26)

            Nació en Arezzo (Italia), en 1327, vio por primera vez a Laura de Noves, esposa de Ugo de Sade. Esto sucedió en la iglesia de Santa Clara. El amor  por ella le duró toda la vida y su muerte en 1348 ahondó la pasión e inspiración. Se dedicó por entero a la poesía y el Senado romano le otorgó la Corona de Poeta.
                A Petrarca se le asigna el mérito de ser el primer humanista europeo, que se dedicó a las letras como profesión. En lírica, modernizó la poesía con tonos, temas y formas nuevas, influye en todos los poetas europeos (Garcilaso, Ronsard…) su poesía es símbolo de espiritualidad, delicadeza y melancolía, al abandonar la erudición  y aportar calidad humana. Con un lenguaje sobrio, elegante y selecto, dio al soneto la musicalidad que dio fama a esta forma métrica.

Escribió parte de su obra en latín, como Africa 9 libros compuestos en el que intentó una Eneida nacional, sobre el tema de Las victorias de Escipión el Africano sobre Cartago en la II Guerra Púnica. También realizó 12 églogas, el Carmen Bucolicum. De su obra en italiano destaca su Cancionero, que contiene sonetos, canciones, sextinas, baladas, madrigales. Se trata de un diario sentimental, donde surge, por primera vez en la literatura medieval, la introspección amorosa y la expresión de sentimientos. El amor cortés se reescribe en el Cancionero, gracias a la reinterpretación del platonismo, ya realizada en cierto modo con Beatricce, la amada de Dante. La mujer es un método de acercamiento a la perfección y por lo tanto, a Dios; es el llamado concepto de mujer-ángel inalcanzable y virginal, en una fusión clasicismo-cristianismo típica de la época. Otras obras son los Triunfos, imitación de La Divina Comedia, habla sobre la vanidad de las cosas terrenas. Los seis triunfos son: el amor, la castidad, la muerte, la fama, el tiempo y la eternidad y el Secretum, El ocio de las religiones o De la vida solitaria.

Sus ojos que canté amorosamente,
su cuerpo hermoso que adoré constante,
y que vivir me hiciera tan distante
de mí mismo, y huyendo de la gente,
Su cabellera de oro reluciente,
la risa de su angélico semblante
que hizo la tierra al cielo semejante,
¡poco polvo son ya que nada siente!
¡Y sin embargo vivo todavía!
A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,
surca mi nave la extensión vacía…
Aquí termine mi amoroso canto:
seca la fuente está de mi alegría,
mi lira yace convertida en llanto.
(Petrarca, Cancionero)


2.2. Poesía europea: escuela petrarquista

La lírica de cancionero, como se le llama a la poesía petrarquista, tiene numerosos seguidores en Europa. El viaje a Italia de muchos de ellos supuso la expansión de este tipo de lírica. Entre muchos, destacan Ronsard (imitador de Píndaro, Petrarca y Horacio) y Garcilaso de la Vega. En poesía épica  llama la atención Luis Vaz de Camôes, con su poema épico: Os Luisiadas imitador de la Eneida.

Cuando seas muy vieja, a la luz de una vela
y al amor de la lumbre, devanando e hilando,
cantarás estos versos y dirás deslumbrada:
Me los hizo Ronsard cuando yo era más bella.
No habrá entonces sirvienta que, al oír tus palabras,
aunque ya doblegada por el peso del sueño,
cuando suene mi nombre la cabeza no yerga
y bendiga tu nombre, inmortal por la gloria.
Yo seré bajo tierra descarnado fantasma
y a la sombra de mirtos tendré ya mi reposo;
para entonces serás una vieja encorvada
añorando mi amor, tus desdenes llorando.
Vive ahora, no aguardes a que llegue el mañana,
coge hoy mismo las rosas que te ofrece la vida.
(Ronsard)

3. Consolidación de la narrrativa europea.

3.1. El cuento medieval.  Giovanni Bocaccio y Chaucer.

Buena parte de la literatura medieval se componía aún para ser recitada, lógico en una sociedad donde la mayoría no sabía leer o escribir. De este modo hallamos los antiguos fabliaux, breves cuentos en verso de carácter cómico y satírico, y los roman, con diferentes temas, como el Roman de Renart, protagonizado por un zorro, Renart, plagado de espíritu jocoso, parodia, a veces, de la epopeya entre animales. El Roman de la Rose tiene un carácter didáctico y alegórico, mezcla de la tradición trovadoresca del amor cortés y de Ovidio. En este sentido, destaca en literatura castellana el Mester de Clerecía, que evoluciona desde el contenido meramente religioso y alegórico de Los milagros de Nuestra Señora, de Berceo (s. XIII) hacia la miscelánea de contenido variado y tono vitalista de El Libro del Buen Amor.

La narración en verso. Geoffrey Chaucer (1340-1400)

Nacido  y muerto en Londres, tradujo al inglés el Roman de la Rose y residió algún tiempo en Italia, donde conoció las obras de ante, Petrarca y Bocaccio. Su obra principal es Cuentos de Canterbury, con la cual introduce el pensamiento y la literatura humanística en Inglaterra. Se trata de una narración en verso compuesta por una serie de cuentos relatados por treinta peregrinos que se dirigen a la tumba del santo Thomas Becket, en Canterbury. Estos peregrinos, pertenecientes a distintas clases sociales, se hospedan en la Posada del Tabardo, y el hostelero se compromete a premiar con una comida al que narre el mejor cuento. De muy variada procedencia, en los relatos confluyen fuentes medievales: fabliaux, de tema artúrico, fábulas…  Uno de los méritos del libro es la diversidad coloquial con que Chaucer caracteriza a sus personajes, desde el tono más elaborado de del caballero al más bajo del labrador.

2º Cuento. El molinero:
Erase una vez un rústico adinerado, entrado ya en años, que vivía en Oxford. Tenía el oficio de carpintero y aceptaba huéspedes en su casa. Vivía con él un estudiante pobre, muy entendido en artes liberales, que sentía una irresistible pasión por el estudio de la astrología. Sabía calcular respuestas a ciertos problemas; por ejemplo, uno podía preguntarle cuándo las estrellas predecían lluvia o sequía, o vaticinar acontecimientos de cualquier clase. No puedo relacionarlos todos.
Este estudiante se llamaba Nicolás el Espabilado. Aunque al mirarle parecía poseer la mansedumbre de una niña, tenía una gracia especial para secretas aventuras y placeres del amor, pues era al mismo tiempo ingenioso y extremadamente discreto. En su alojamiento ocupaba un aposento privado, muy bien cuidado con hierbas olorosas. El mismo era tan delicioso como el regaliz o la valeriana. Su Almagesto y otros libros de texto de astrología, grandes y pequeños, y el astrolabio y las tablas de cálculo que precisaba para su ciencia estaban situados en estanterías a la cabecera de su cama. Un burdo paño rojo cubría el hierro de planchar vestidos, y sobre éste tenía un salterio que tocaba cada noche, llenando su aposento de agradables melodías; solía entonar el Angelus de la Virgen, cantando a continuación la Tonadilla del rey. La gente elogiaba a menudo su timbrada voz. De este modo pasaba el tiempo este simpático estudiante, con la ayuda de los ingresos que tenía y de lo que sus amigos proveían.
El carpintero se había casado poco ha con una mujer de dieciocho años, a la que amaba más que a su propia vida. Como ella era joven y retozona y él era viejo, los celos le movieron a mantenerla estrechamente confinada, pues ya se había imaginado cornudo. Por su deficiente educación, nunca había leído el consejo de que un hombre debe casarse con alguien que se le parezca. Los hombres deben contraer nupcias con mujeres de posición y edad similar, ya que la juventud y la vejez, generalmente, no concuerdan: están a matar. Pero al haber caído en la trampa, tuvo que pasar sus apuros como otros.
Era ella una mujer hermosa y joven, con un cuerpo cimbreante y flexible como el de una nutria. Rodeándole el talle llevaba un delantal de un blanco deslumbrante, una faja de seda rayada y una camisa blanca con un cuello todo bordado alrededor con seda negrísima por dentro y por fuera. Se adornaba con una cofia blanca con cintas que hacían juego con el cuello de la camisa y una ancha cinta de seda ciñéndole la parte superior de la cabeza. Debajo de sus arqueadas cejas, delgadas y negras como endrinas, mostraba unos ojos profundamente lascivos.
Era más deliciosa de mirar que un peral en flor y más suave que los añinos al tacto. Una bolsa de cuero con borlas de seda y botones redondos de metal le pendía del cinto de la faja. Resulta difícil poder soñar en una chica como ésa o en semejante preciosidad. Su tez brillaba más que una moneda de oro recién acuñada en la Torre; cantaba con la alegría y la claridad de una golondrina posada en el granero; solía saltar y retozar como una cabritilla o un ternero que corre tras su madre; su boca era dulce como la miel o el arrope, o como una manzana colocada sobre heno; era retozona como un potrillo, alta como un mástil y erguida como una flecha. De la parte baja del cuello colgaba un broche grande como el remate de un escudo, y los cordones de sus zapatos los llevaba entrelazados, como el rosetón de San Pablo, por las pantorrillas, cubiertas con medias rojas. Era un pimpollo, un bombón para la cama de un príncipe o esposa digna de algún acaudalado labrador.
Ahora bien, señores, sucedió que un día, cuando su marido se hallaba en Oseney, Nicolás, el Espabilado -estos estudiantes son unos tíos hábiles y astutos-, empezó a retozar y a hacer bromas con la joven. Con disimulo la palpó en sus partes y le dijo:
-Querida, si no dejas que me salga con la mía, moriré de amor. Y prosiguió mientras la abrazaba por las caderas:
-Por el amor de Dios, querida, hagamos el amor ahora mismo, o me voy a morir.
Ella se retorcía como un potrillo que están herrando y apartó su cabeza diciendo:
-Vete, no te besaré. Vete, Nicolás, o gritaré pidiendo socorro. ¡Quítame las manos de encima! ¿Es éste modo de comportarse?
Pero Nicolás empezó a rogarle, y lo hizo con tal vehemencia, que, al fin, ella se rindió y juró por Santo Tomás de Canterbury que sería suya tan pronto como pudiera encontrar la ocasión.
-Mi esposo está tan roído por los celos que, si no esperas pacientemente y vas con mucho cuidado, estoy segura que me destruirás -dijo ella-. Por eso, debemos mantenerlo en secreto.
-No te preocupes por ello -dijo Nicolás-. Si un estudiante no se las sabe más que un carpintero, habrá estado perdiendo el tiempo.
Por ello, y como dije antes, estuvieron de acuerdo en aguardar la ocasión propicia. Arreglado esto, Nicolás dio a los muslos de la muchacha un buen magreo; luego la besó dulcemente, tomó su salterio y pulsó enardecido una alegre tonadilla.
Pero ocurrió que, un buen día, esta buena mujer interrumpió sus faenas domésticas, se lavó la cara hasta que relució de limpia y se dirigió a la iglesia de su parroquia para practicar sus devociones. Ahora bien, en aquella iglesia había un sacristán llamado Absalón. Su rizado cabello brillaba como el oro y se extendía como un gran abanico a cada lado de la raya que le recorría el centro de la cabeza. Era un individuo enamoradizo en el sentido más amplio de la palabra. Tenía una tez rosada, ojos grises de ganso y vestía con gran estilo, calzando medias y zapatos escarlatas con dibujos tan fantásticos como el rosetón de la catedral de San Pablo. La chaqueta larga de color azul claro le sentaba muy bien: con encajes ribeteados, estaba cubierta por un vistoso sobrepelliz de color blanco que semejaba un conjunto de retoños en flor. A fe mía que era todo un buen mozo. Sabía hacer de barbero, sangrar y extender documentos legales; sabía bailar en veinte estilos diferentes (pero siguiendo la moda de aquellos días procedentes de Oxford, con las piernas que salían disparadas a uno y otro lado); cantaba con un agudo falsete acompañándose de un violín de dos cuerdas. También tocaba la guitarra. No había posada o taberna de la ciudad que no hubiera animado con su visita, especialmente las que había con vivarachas muchachas de mesón. Pero, para decir verdad, era un poco pesado: se tiraba ventosidades y tenía una conversación latosa.
En aquel día festivo estaba de excelente humor cuando, al tomar el incensario, se puso a escudriñar amorosamente a las mujeres de la parroquia mientras las incensaba; dedicaba especial atención cuando miraba a la mujer del carpintero; era tan bella, dulce y apetecible, que le parecía que podría pasarse toda la vida contemplándola. Si ella hubiera sido un ratón y Absalón un gato, juro que se le hubiera arrojado encima inmediatamente. Tan chalado estaba el zumbón sacristán, que no admitía donativos de las mujeres al hacer la colecta; su buena educación se lo impedía, según comentaba.
Aquella noche la Luna brillaba intensamente cuando Absalón cogió la guitarra para ir a cortejar. Lleno de ardor, salió de su casa con mucho ánimo, hasta que llegó a la casa del carpintero después del canto del gallo y se situó cerca de un ventanal que sobresalía de la pared. Entonces cantó con voz baja y suave, acompañándose con su guitarra:
Queridísima dama, escucha mi plegaria y apiádate de mí, por favor.
El carpintero se despertó y le oyó.
-Alison -dijo a su mujer-, ¿no oyes a Absalón cantando bajo el muro de nuestro dormitorio?
Ella replicó:
-Sí, Juan; claro que oigo cada nota.
Las cosas prosiguieron como podéis suponer. El alegre Absalón fue a cortejarla diariamente, hasta que se puso tan desconsolado, que no podía dormir ni de día ni de noche. Se peinó sus espesos rizos y se acicaló, cortejándola por intermediarios, y prometió que sería su esclavo, le hacía gorgoritos como un ruiseñor y le enviaba vino, aguamiel, cerveza especiada y pasteles recién salidos del homo; le ofreció dinero, pues ella vivía en una ciudad en la que había cosas que comprar. Algunas pueden ser conquistadas con riquezas; otras, a golpes, y otras, finalmente, con dulzura y habilidad.
En una ocasión, para que ella contemplara su talento y versatilidad, hizo el papel de Herodes en el escenario. Pero ¿de qué le sirvió todo eso? Tanto amaba ella a Nicolás, que Absalón hubiera podido arrojarse al río; sólo recibía burlas por sus desvelos. Por lo que ella convirtió a Absalón en un mono bufón y su devoción en chanza. He aquí un proverbio que dice gran verdad: «Si quieres avanzar, acércate y disimula. Un amante ausente no satisface su gula.»
Ya podía Absalón fanfarronear y desvariar, que Nicolás, sólo por estar presente, lo desbancaba sin esfuerzo.
¡Vamos, espabilado Nicolás, muestra tu valor y deja a Absalón con su gimoteo! Sucedió que un sábado el carpintero tuvo que ir a Oseney. Nicolás y Alison convinieron que idearían alguna estratagema para engañar al pobre esposo celoso, de modo que, si todo salía bien, ella pudiera dormir toda la noche en sus brazos, como ambos deseaban. Sin decir ni una palabra, Nicolás, que ya no podía esperar más, llevó silenciosamente a su aposento suficiente comida y bebida para un día o dos. Entonces, Nicolás dijo a Álison que cuando su esposo preguntara por él, ella le contestase que no le había visto en todo el día y que ignoraba dónde podía hallarse; aunque creía que debía de haber caído enfermo, puesto que cuando la criada fue a llamarle, él no había replicado, a pesar de las grandes voces que dio.
Así, Nicolás se quedó en su aposento, callado, durante todo el sábado, comiendo, durmiendo, o haciendo lo que le daba la gana hasta que anocheció. Era la noche del sábado al domingo. El pobre carpintero empezó a preguntarse qué diablos podría ocurrirle a Nicolás:
-¡Por Santo Tomás, empiezo a temer que Nicolás no está nada bien!
Espero, Dios mío, que no haya fallecido repentinamente. Este es un mundo poco seguro, en verdad: hoy mismo he presenciado cómo llevaban a la iglesia el cadáver de un hombre al que había visto trabajando este lunes. Entonces dijo al muchacho que le servía.
-Sube corriendo y grita a su puerta o golpéala con una piedra. Ve qué pasa y ven enseguida a decirme qué es lo que hay.
El muchacho subió decidido las escaleras y voceó y aporreó la puerta del aposento
-¡Eh! ¿Qué hacéis, maese Nicolás? ¿Cómo podéis estar durmiendo todo el día?
Pero no sirvió de nada. No hubo respuesta. Sin embargo, en uno de los paneles inferiores descubrió un agujero, que servía de gatera, y dio un vistazo al interior. Al final logró ver a Nicolás sentado muy tieso y con la boca abierta como si tuviera trastornado el juicio; por lo que bajó corriendo y explicó a su dueño inmediatamente el estado en que le había encontrado.
El carpintero empezó a persignarse diciendo:
 -¡Ayúdanos, Santa Frideswide!. ¿Quién puede predecirnos lo que el destino nos depara? A este individuo le ha sobrevenido una especie de ataque con este astrobolio suyo. ¡Y sabía yo que algo le ocurriría! La gente no debe meter sus narices en los secretos divinos. ¡Bendito sea el hombre que no sabe más que el Credo! Esto mismo es lo que le pasó a aquel otro estudiante del astrobolio que salió a andar por los campos contemplando las estrellas y tratando de adivinar el futuro. Cayó dentro de una almarga: algo que no previó. Sin embargo, ¡por Santo Tomás que lo siento por el pobre Nicolás! Por Jesucristo, que está en el cielo, que le voy a escarmentar de sus estudios, si es que yo valgo para algo. Dame una vara, Robin; apalancaré la puerta mientras tú la levantas. Esto pondrá fin a sus estudios, supongo.
Y se dirigió a la puerta del aposento. El criado era un muchacho muy fuerte, y la puso fuera de sus goznes en un momento. La puerta cayó al suelo. Allí se hallaba Nicolás sentado como si estuviera petrificado, con la boca abierta tragando aire. El carpintero supuso que estaba en trance de desesperación; le agarró fuertemente por los hombros y le sacudió con fuerza diciéndole:
-¡Eh, Nicolás! ¡Eh! ¡Baja la vista! ¡Despierta! ¡Acuérdate de la pasión de Jesucristo! ¡Que el signo de la cruz te proteja de duendes y espíritus!
Entonces empezó a murmurar un encantamiento en cada uno de los cuatro rincones de la casa y la parte exterior del umbral de la puerta:
Jesucristo, San Benito.
Los malos espíritus prohibid: espíritus nocturnos, huid del Padrenuestro
Hermana de San Pedro, no abandones a este siervo vuestro.
Después de un rato, Nicolás el Espabilado suspiró profundamente y dijo:
-¡Ay! ¿Debe el mundo terminar tan pronto?
El carpintero contestó:
-¿De qué hablas? Conga en Dios, como el resto de los que ganan el pan con el sudor de su frente.
A lo que replicó Nicolás:
-Vete a buscarme una bebida y te diré -en la más estricta confianza, te advierto-algo sobre un asunto que nos concierne a ambos. Te aseguro que no se lo diré a nadie más.
El carpintero bajó y regresó con casi un litro de buena cerveza. Cuando cada uno hubo bebido su parte, Nicolás cerró bien la puerta e hizo sentar al carpintero junto a él diciéndole:
-¡Querido Juan, querido anfitrión!, me debes jurar aquí mismo y por tu honor que nunca revelarás este secreto a nadie, pues te revelaré el secreto de Jesucristo, y estás perdido si lo cuentas a otra alma. Pues éste será el castigo: si me traicionas, te convertirás en un loco rematado.
-¡Que Jesucristo y su santa sangre me protejan! -repuso el ingenuo carpintero-. No soy ningún boquirroto y, aunque está mal que lo diga, no soy nada locuaz. Puedes hablar libremente: por Jesucristo que bajó a los infiernos: no lo repetiré a hombre, mujer o niño alguno.
-Pues bien, Juan -dijo Nicolas-. Te aseguro que no miento: por mis estudios de astrología y mis observaciones de la Luna cuando brilla en el cielo, he averiguado que durante la noche del próximo lunes, a eso de las nueve, lloverá de una forma tan torrencial y asombrosa, que el diluvio de Noé quedará minimizado. El aguacero será tan tremendo -prosiguió-, que todo el mundo se ahogará en menos de una hora, y la Humanidad perecerá.
Al oír eso, el carpintero exclamó:
-¡Pobre esposa mía! ¿Se ahogará también? ¡Ay, pobre Alison!
Quedó tan impresionado, que casi se desmayó.
-¿No puede hacerse nada? -preguntó.
-Sí, ya lo creo que sí -dijo Nicolás-; pero solamente si te dejas guiar por un consejo experto, en vez de seguir ideas propias que te puedan parecer brillantes.
Como muy bien dice Salomón: «No hagas nada sin consejo, y te alegrarás de ello.» Ahora bien, si actúas siguiendo mi buen consejo, te prometo que nos salvaremos los tres, incluso sin mástil ni vela. ¿No sabes cómo Noé fue salvado cuando el Señor le advirtió por anticipado que todo el mundo perecería bajo las aguas?
-Sí -dijo el carpintero-, hace mucho, muchísimo tiempo.
-¿No has oído también -prosiguió Nicolás- lo que le costó a Noé y a todos los demás conseguir que su esposa subiera a bordo del arca? Me atrevo a asegurar que, en aquellos momentos, hubiera dado lo que fuese para que ella tuviera una barca sólo para ella. ¿Sabes qué es lo mejor que podríamos hacer?
Esto requiere actuar con rapidez, y en una emergencia no hay tiempo para parloteos ni retrasos. Corre y trae enseguida a casa una amasadera o una gran tina poco profunda para cada uno de nosotros tres y asegúrate que sean lo suficientemente grandes para poderlas utilizar como barcas. Pon alimentos en ellas para un día, no necesitamos más, pues las aguas retrocederán y desaparecerán a eso de las nueve de la mañana siguiente. Pero tu muchacho Robin no debe saber nada de esto. Tampoco puedo salvar a Gillian, la criada; no preguntes por qué, pues incluso si me lo preguntaras, no revelaría los secretos de Dios. A menos que estés loco, debería ser suficiente para ti el ser favorecido igual que el propio Noé. No te preocupes: salvaré a tu mujer. Ahora, vete y busca bien.
»Cuando tengas las tres amasaderas, una para ella, una para mí y otra para ti, las colgarás en lo alto del techo para que nadie se dé cuenta de tus preparativos. Cuando hayas hecho lo que te he dicho y hayas colocado los alimentos en cada una de ellas, no te olvides de coger un hacha para cortar la cuerda y poder huir cuando llegue el agua, ni tampoco de practicar una abertura en la parte alta del tejado por el lado que da al jardín, por donde se hallan los establos, para que podamos pasar por él. Cuando haya terminado el diluvio, te aseguro que vas a remar tan alegremente como un pato blanco detrás de su pareja. Cuando grite: "¡Eh, Alison! ¡Eh, Juan! Animaos, las aguas descienden", tú responderás: "Hola, maese Nicolás. Buenos días. Te veo muy bien, pues es de día." Y entonces seremos los reyes de la Creación para el resto de nuestras vidas, igual que Noé y su mujer. »Pero te tengo que advertir una cosa: cuando embarquemos esa noche, procura que ninguno de nosotros diga una sola palabra, o llame o grite, pues debemos rezar para cumplir las órdenes divinas. Tú y tu mujer deberéis estar lo más alejados que podáis el uno del otro para que no exista pecado entre vosotros, ni una sola mirada, y mucho menos el acto sexual. Esas son tus instrucciones. Vete, y ¡buenas suerte! Mañana por la noche, cuando todos duerman, nos meteremos en nuestras amasaderas y  permaneceremos allí sentados confiando en que Dios nos libere. Ahora, vete. No tengo tiempo de seguir hablando de esto. La gente dice: "Envía a un sabio y ahorra tu aliento." Pero tú eres tan listo, que no necesitas que nadie te enseñe. Anda y salva nuestras vidas. Te lo ruego. El ingenuo carpintero salió lamentándose y confió el secreto a su mujer, que ya sabía la finalidad de todo el plan mucho mejor que él. Sin embargo, simuló estar asustadísima.
-¡Ay! -exclamó-, apresúrate y ayúdanos a escapar, o pereceremos. Yo soy tu esposa verdadera y legítima; por eso, querido esposo, vete y ayuda a salvar nuestras vidas.
¡Qué poder tiene la fantasía! La gente es tan impresionable, que puede morir de imaginación. El pobre carpintero empezó a temblar; creía realmente que iba a ver cómo el diluvio de Noé llegaba arrollándolo todo para ahogar a su dulce mujercita, Alison. Suspiró entrecortadamente, lloró, se lamentó y se sintió muy desgraciado. Luego, después de haber encontrado una amasadora y un par de grandes tinas, las metió subrepticiamente en la casa y, en secreto, las colgó de lo alto. Con sus propias manos hizo tres escaleras de mano con todos sus peldaños para poder alcanzar las tinas que colgaban de las vigas. Luego puso provisiones, tanto en la amasadera como en las dos tinas, de pan, queso y una jarra de buena cerveza, en cantidad suficiente para todo un día. Antes de ejecutar estos preparativos envió al muchacho que le servía y a la criada a Londres a hacer unos recados. El lunes, cuando se acercaba la noche, cerró la puerta sin encender las velas y comprobó que todo estuviera como es debido. Un momento más tarde, los tres subieron a sus tinas respectivas y se sentaron en ellas, permaneciendo inmóviles unos cuantos minutos.
-Ahora reza el Padrenuestro -dijo Nicolás-, y ¡chitón! -¡Chitón! -respondió Juan.
-¡Chitón! -repitió Alison.
El carpintero rezó sus oraciones y permaneció sentado en silencio; luego oró nuevamente, aguzando el oído por si oía llover. Tras un día tan fatigoso y ajetreado, el carpintero cayó dormido como un tronco a eso del toque de queda, o quizá un poco más tarde. Unas pesadillas hicieron que empezase a emitir sonidos quejumbrosos; pero como sea que su cabeza no descansaba bien, pronto estuvo roncando ruidosamente. Nicolás bajó silenciosamente por la escalera de mano, así como Alison, que se deslizó sin hacer ruido. Sin pronunciar palabra se fueron al lecho en la que el carpintero solía dormir.
Todo fue alegría y jolgorio mientras Alison y Nicolás estuvieron allí acostados, ocupados en gozar de los placeres de la cama, hasta que la campana comenzó a sonar para los maitines y los frailes empezaron a cantar en el presbiterio. Aquel lunes, Absalón, el sacristán herido de amor, suspirando de amor como de costumbre, se divertía en Oseney con un grupo de amigos, cuando, casualmente, preguntó a uno de los residentes en el claustro acerca de Juan, el carpintero. El hombre le tomó aparte, fuera de la iglesia, y le dijo:
-No sé; no le he visto trabajando aquí desde el sábado. Creo que habrá ido a buscar madera para el abad; a este efecto, a menudo se ausenta y se queda en la granja un día o dos. Quizá habrá ido a casa. No sé realmente dónde se halla.
Absalón pensó para sí con gran deleite: «Esta noche no es para dormir. Es cierto; no le he visto salir de casa desde el amanecer. Como me llamo Absalón, al cantar el gallo iré a golpear la ventana de su dormitorio y le declararé a Alison todo mi amor. Espero que, por lo menos, podré besarla; de todas formas, y como me llamo Absalón, seguro estoy que conseguiré alguna satisfacción. Mi boca me ha dolido todo el día: buen augurio de que al menos la besaré. Pensar que he estado soñando toda la noche que estaba en un banquete... Ahora haré una siesta de una o dos horas, y así esta noche podré estar despierto y divertirme un poco.»
Al primer canto del gallo, este animoso amante se levantó y se vistió con sus mejores galas. Antes de peinarse, masticó cardamomo y regaliz para que su aliento fuera dulce y se colocó una hoja de zarza debajo de la lengua, pensando que esto le haría atractivo. Luego se encaminó hacia la casa del carpintero y, silenciosamente, se colocó debajo del ventanal (cuyo alféizar era tan bajo que le llegaba a la altura del pecho) y en voz baja y medio reprimida, dijo:
-¿Dónde estás, dulce Alison, bonita, chatita, flor de canela? ¡Despierta, amor mío, háblame! No pienses en mi infortunio; sin embargo, languidezco de amor por ti, cuando te deseo tanto como el corderito ansía la ubre de su madre. De verdad, cariño, estoy tan enamorado de ti, que suspiro por ti como una paloma enamorada y como menos que una chiquilla.
-¡Aléjate de la ventana, mastuerzo! -respondió ella-. Por Dios que no vas a tener mis besos; amo a otro -tonta sería si no le amase-, un hombre mucho mejor que tú: Absalón. ¡Por amor de Dios, vete al diablo y déjame dormir, o te arrojaré una piedra!
-¡Córcholis y recórcholis! -repuso Absalón-. Jamás fue el amor verdadero tan mal recibido. No obstante, ya que no puedo esperar nada mejor, bésame por amor de Dios y por amor a mí.
-Prometes marcharte si lo hago? -le replicó ella. -Sí, desde luego, amor mío - respondió Absalón. -Entonces, prepárate -repuso ella-, que ahora vengo. Y susurró a Nicolás:
-No hagas ruido, que podrás reír a gusto.
Absalón se dejó caer de rodillas diciendo:
-De todas formas salgo ganando, pues después del beso vendrá algo más, espero. ¡Oh, cariño! Sé buena, chatita; sé amable conmigo.
Apresuradamente ella alzó el cerrojo de la ventana y dijo:
-Vamos, acabemos de una vez.
Y añadió:
-No te entretengas, que no quiero que algún vecino te vea. Absalón empezó por secarse los labios. La noche era oscura como boca de lobo, negra como el carbón, cuando ella sacó las posaderas por la ventana. Y sucedió que Absalón, antes de comprobar lo que era, dio a su culo desnudo un sonoro beso. Pero retrocedió inmediatamente: había algo que no concordaba bien, pues notó una cosa áspera y peluda, y sabía que las mujeres no tienen barba.
-¡Uf! ¿Qué he hecho?
-¡Ja, ja, ja! -exclamó ella, y cerró la ventana de golpe. Absalón se quedó meditando su triste caso.
-¡Una barba! ¡Una barba! -gritó Nicolás el Espabilado-. Por Dios, ésta sí que es buena.
El pobre Absalón oyó todas las palabras y se mordió los labios de rabia. Se dijo a sí mismo:
-¡Te haré pagar por esto!
¡Si supierais lo que Absalón frotó y restregó sus labios con polvo, arena, paja, trapos y raspaduras!
-¡Que el diablo me lleve! Pero prefiero vengar este insulto antes que llegar a poseer la ciudad entera -se repetía a sí mismo-. ¡Ay, si al menos me hubiera echado para atrás!
Su ardiente amor se había enfriado y apagado. Desde el momento en que le besó el culo, se le curó la enfermedad. No estaba ya dispuesto a dar un ochavo por una mujer hermosa. Empezó a lanzar improperios contra las mujeres veleidosas, llorando como un niño al que acababan de zurrar.
Lentamente cruzó la calle para visitar a un herrero amigo suyo, llamado maese Gervasio, que hacía aperos de labranza en su forja. Estaba ocupado afilando rastrillos y rejas, cuando Absalón llamó con los nudillos diciendo:
-Abre, Gervasio, y deprisa, por favor.
-¿Qué? ¿Quién está ahí?
-Soy yo: Absalón.
-¡Cómo, Ábsalón! ¿Cómo es que estás levantando tan temprano? ¿Eh? ¡Dios nos bendiga! ¿Qué te pasa? Alguna mujerzuela que te hace bailar al son que quiere, supongo. ¡Por San Nedo! Sé lo que quieres decirme.
Absalón no le hizo caso y no soltó prenda, pues la cuestión era mucho más complicada de lo que imaginaba Gervasio. Así que fue y le dijo:
-¿Ves aquel rastrillo al rojo que está allí junto a la chimenea, amigo? Pues déjamelo; lo necesito para una cosa. Te lo devolveré enseguida.
Gervasio contestó:
-Por supuesto que te lo presto. Te lo prestaría aunque fuese de oro, o una bolsa llena de soberanos. Pero, en nombre de Jesucristo, ¿para qué lo quieres?
-No te preocupes -repuso Absalón-. Cualquier día te lo explicaré.
Y cogió el rastrillo por el mango, que estaba frío. Muy silenciosamente salió por la puerta y se dirigió al muro de la casa del carpintero. Primero tosió y luego llamó a la ventana, igual que lo había hecho antes.
Alison respondió:
-¿Quién está ahí llamando? Seguro que es un ladrón.
-¡Oh, no! -dijo Absalón-. El cielo sabe, mi chatita, que es tu Absalón que te quiere tanto. Te he traído un anillo de oro que me dio mi madre, que en gloria esté. Es muy bonito y está muy bien grabado. Te lo daré si me das otro beso. Nicolás, que se había levantado a orinar, pensó completar la broma haciendo que Absalón le besase el culo antes de marcharse. Abrió rápidamente la ventana y, silenciosamente, asomó las nalgas. A
esto, Absalón dijo:
-Habla, chatita mía, que no sé dónde estás.
Entonces, Nicolás soltó un sonoro pedo, que resonó como un trueno. Absalón quedó medio ciego por la explosion; pero, como tenía preparado el hierro candente, lo aplicó al trasero de Nicolás. El ardiente rastrillo le chamuscó la parte posterior, haciéndole saltar la piel en un ruedo del ancho de una mano. Nicolás creyó morir de dolor, y en su angustia empezó a dar gritos frenéticamente diciendo:
-¡Socorro! ¡Agua! ¡Por el amor de Dios, socorro!
El carpintero se despertó sobresaltado. Oyendo a alguien gritar «¡Agua!» como si estuviese loco, pensó: «¡Ay! Ahí llega el diluvio de Noé»; sin más, se levantó y cortó la soga con el hacha. Todo se vino abajo, cayendo sobre los tableros del suelo, donde quedó casi sin sentido.
Alison y Nicolás se levantaron de un salto y salieron a la calle gritando:
-¡Socorro, que quiere matarnos!
Todos los vecinos se acercaron corriendo a contemplar al atónito carpintero, que seguía echado en el suelo, pálido como un muerto. Pues, además, se había roto un brazo en la caída. Sus problemas, sin embargo, no habían terminado todavía, pues tan pronto intentó hablar, Alison y Nicolás le interrumpieron.
Explicaron a todo el mundo que estaba loco de atar: aterrorizado por un imaginario diluvio como el de Noé, había comprado tres amasaderas y las había colgado de las vigas, rogándoles por el amor de Dios que se sentasen allí con él y le hiciesen compañía.
Todos empezaron a reír de sus propósitos, mirando embobados hacia las vigas en lo alto y chanceándose de sus apuros. Era inútil cuanto dijese el carpintero: nadie podía tomarlo en serio. Juró y perjuró hasta tal punto, que toda la ciudad le creyó loco. Los lugareños cultos, sin dudarlo, estuvieron de acuerdo en que estaba como una regadera, y todos se rieron mucho de este asunto. Y así es cómo, a pesar de todos sus celos y precauciones, la esposa del carpintero fue jodida, Absalón le besó su hermoso culo y a Nicolás le marcaron el suyo con un hierro candente.
Así acaba esta historia, y que Dios nos proteja.
AQUÍ TERMINA EL CUENTO DEL MOLINERO


La prosa de Giovanni Bocaccio (1313- 75)

Bocaccio nació en 1313 en Florencia, aunque durante su juventud residió en Nápoles y frecuentó la Corte de Roberto de Anjou, de cuya hija, María de Aquino, se enamoró perdidamente y la inmortalizó con el nombre de Fiammetta María y durante muchos años fue la inspiración del poeta. Tras ser abandonado por su amada y agobiado por problemas económicos, regresó a Florencia. Más tarde, ejerció diversas misiones diplomáticas. Pasó la última parte de su vida en soledad.
            Entre su producción narrativa destacan las siguientes obras: El Decamerón,El Filocolo, Fiammeta, El Ninfal de Ameto y El Corbacho. Entre las poéticas, El Filostrato, Ninfal Fesulano, La Teseida, La amorosa visión y Rimas. También realizó prosa erudita, como Sobre las genealogías de los dioses gentiles, Sobre  los castos varones ilustres, Tratado en honor de Dante, Además escribió más de 100 biografías de mujeres ilustres.
           

DECAMERÓN

Con el Decameron se inaugura el género narrativo del cuento en prosa. Posee una perfecta y estudiada estructura, pues se basa en 10 jornadas de 10 narraciones  cada una, con abundantes personajes (Maese Chapelet, Duprat, El judío Abraham,  Chichibio, Maese Conrado, etc). Diez jóvenes, huyendo de la Peste de Florencia, se encierran en una villa y, para pasar el tiempo, deciden contar un cuento cada uno al día. De este modo transcurren 10 días o jornadas.
                La tradición cuentística, llegada de Oriente, tenía una larga vida en la literatura europea. Desde las Mil y una noches hasta los clásicos, los cuentos solían engarzarse de acuerdo a tres posibles pretextos: retrasar una pena de muerte (Las mil y una noches), entretener una espera tediosa (Decamerón) o para educar a un joven príncipe (Panchatantra). En este caso, el pretexto se utiliza para criticar la falsa moral, a la vez que trata otros temas secundarios como el amor, la hipocresía, el engaño y la sensualidad.
Otra aportación importante de la obra es el estilo, pues utiliza un lenguaje claro, directo y sin adornos retóricos. Por otra parte,  es una tentativa de aplicar al italiano vulgar la majestad ciceroniana que Petrarca había intentado reproducir en latín, por lo que se caracteriza por el énfasis retórico, el artificio del verbo al final de la frase y  la construcción  latinizante del período, todo ello trabajado con frescura y espontaneidad.

Bocaccio, nos presenta a un grupo de jóvenes –siete doncellas y tres muchachos- que durante la peste que asoló Europa en 1348 se refugian por diez días en una casa florentina. Bocaccio adereza los cuentos con los comentarios que se suscitan entre los juegos y bailes que todos organizan después de escuchar la narración. Estos diez jóvenes florentinos, elegantes y cultos, alejados de la ciudad apestada, llena de muerte y miseria, se ríen del mundo y sus pasiones, propias de gente baja e ignorante, vividores y pícaros.
El Decamerón constituye una de las primeras obras que no fue escrita con motivos didácticos o moralizadores, como era propio en la Edad Media. Todo lo contrario, la intención del autor es divertir a sus lectores, lo cual es una característica típica de la literatura renacentista.
Los cuentos del Decamerón son generalmente de una gran desenvoltura e irreverentes en su contenido. Aunque el origen de sus temas es muy variado, la mayoría de los relatos tienen un carácter cómico y realista. Sus protagonistas son personajes de pueblo que se caracterizan por su astucia y picardía. Bocaccio renovó por completo la narración en prosa romance, pues supo reproducir con gran fidelidad el habla y la conversación coloquial.

En la primera jornada: La reina es  Pampinea, joven feliz en amores. En este  primer día hay libertad en el tema de los cuentos, de carácter tradicional (algunos de ellos de origen árabe) o anecdótico. Destaca el de Ciappelletto, en el que el protagonista muere engañando a todo el mundo con una confesión edificante que le gana fama de santo, terrible burla solitaria.           (El judio Melquisedec y el sultan Saladino...”)

En la segunda jornada: La reina es Filomena, en ella se narran historias  de personajes  que, a pesar de un destino adverso, consiguen realizar sus deseos. Son cuentos de peripecia extraordinaria, de largos viajes, de navegaciones y corsarios; destaca el de Andreucio de Perugia.

En la tercera jornada: Neifile, ingenuamente lasciva, es la reina. Se desarrollan cuentos sobre personas que logran una cosa largamente deseada o recuperan lo perdido, los narradores procuran  superarse en el relato de historias escabrosas, en las que el ingenio, el engaño y la mentira se ponen al servicio de la lujuria, como el jardinero Masseto, que fingiéndose mudo hace romper el voto de castidad a todas las monjas de un convento, el del Palafranero que logra sustituir a su rey frente a la reina, el del clérigo que envía a una lejana penitencia al marido de la mujer que desea, el del abad que hace creer a un villano que ha muerto y que pena en el purgatorio…

En la cuarta jornada: El rey es Filóstrato, amante  desesperado.  De aquellos cuyos amores tuvieron fin desdichado trata esta jornada, en la cual los cuentos son anécdotas vivificadas con nombres históricos, como la hija de Tancredo de Salerno, el trovador catalán Guilhem de Cabestany (de quien se narra la leyenda del corazón comido), pero no faltan situaciones novelescas, como el irreverente cuento del arcángel San Gabriel y el de la mujer del cirujano y el presunto cadáver de su amante.

En la quinta jornada: Fiammetta, la perfecta enamorada, es la reina. Trata de casos de amor acabados  felizmente, por lo general de trama complicada.

La sexta jornada: De la que es reina Elisa, que ama sin ser correspondida, versa sobre agudezas o frases ingeniosas que han salvado de peligros: anécdotas breves, algunas de tema tradicional y otras tomadas de personajes famosos, como Guido Cavalcanti y el pintor Giotto. La jornada se cierra con la divertida historia de Cipolla, sátira de los sermones grotescos y de la credulidad del pueblo.

En la sétima jornada: El rey es el despreocupado y gracioso Dioneo, versa sobre las burlas que las mujeres han hecho a sus maridos, y es un conjunto de trampas y argucias femeninas, de las que son víctimas los maridos crédulos y que acaban con la escandalosa victoria de la sensualidad.

En la octava jornada: cuyo tema son las burlas que a diario hace la mujer al hombre, o el hombre a la mujer o el hombre a otro hombres; son cuentos basados  en astucias bien calculadas y en los más hábiles engaños de los listos a los tontos y en que la inteligencia humana triunfa sobre la candidez, de la cual es representante Calandrino, personaje de varios cuentos del “Decamerón”.

En la novena jornada: La reina es la presuntuosa Emilia, y decide que la elección de los temas sea libre. Campea en ella la obscenidad, que llega a su mayor extremo en el cuento de Gianni di Barolo, y la burla anticlerical, en el de la abadesa; el ingenuo Calandrino, convencido por sus bribones amigos de que está a punto de dar a luz, da motivo a uno de los cuentos más divertidos  del “Decamerón” (Federico de los Alberighi)

En la décima jornada: de la que es rey el noble y reposado Pánfilo, propone temas serios y graves. Historias ejemplares, alusivas a señores y reyes históricos (Alfonso de España, Pedro de Aragón, etc.), a las cruzadas y a la antigüedad; se cierra el gran conjunto narrativo con la inverosímil historia de la paciente Griselda (El marqués de Saluzzo y Griselda), ejemplo de fe conyugal.
               
Fragmento: EL COCINERO

Habrán podido oír, en caso de no haberlo visto, que micer Conrado, ciudadano de Florencia, fue siempre hombre muy gastador, liberal, magnánimo, aficionado a perros y pájaros, dejando a un lado sus otras aficiones.
Un día, en caza del halcón, se apoderó de una grulla cerca de un pueblecito llamado Peretola, y como la vio tierna y gorda ordenó que fuese entregada a su cocinero para que la asara y se la sirviera en la cena. Deben saber que el cocinero, veneciano de origen y llamado Chichibio, era un tonto en toda la extensión de la palabra. Toma, pues, la grulla y el asa lo mejor que sabe. Estaba ya casi cocida y exhalaba un olorcito muy agradable, cuando una mujer del barrio llamada Brunetta, de la que estaba enamorado. Chichibio, entró en la cocina. El agradable humillo que se desprendía del ave que acababa de salir del asador da ganas a aquella mujer de probarla, de suerte que no titubea en pedir una pierna al cocinero. Este se burla de ella y le dice cantando:
-No la tendrá, señora Brunetta, no la tendrá.
-Si no me das la pierna, te juro no otorgarle el más pequeño favor.
Después de una empeñada discusión, Chichibio, que no quería desagradar a su sobrado tormento, corta el muslo y se lo da. Aquel día había gran número de convidados a la mesa de su amo. La grulla ñfue servida con una sola pierna. Uno de los convidados, el primero en notarlo, demostró su sorpresa. Entonces Conrado manda llamar al cocinero y le pregunta dónde está la otra pierna. El veneciano, embustero por naturaleza, contestó con el mayor descaro que las grullas sólo tenían una pierna.
-¿Acaso crees tú que no he vito más grullas que ésta?
-Lo que acabo de decir, señor, es la pura verdad. Y si lo duda, me obligo a probarlo con las que están vivas.
Todos se rieron de semejante respuesta. Pero Conrado, no queriendo que pasara adelante la cosa por respeto a las personas extrañas que había en la mesa, se contentó con contestar a aquel zopenco:
-Ya que reempeñas, picaronazo, en demostrarme lo que no he visto ni he oído decir en mi vida, veremos si mañana mantendrás tu palabra. Pero te juro que si no lo haces, te acordarás por mucho tiempo de tu imbecilidad y tu obstinación. No quiero que por ahora se hable más de esto. ¡Retírate!
Al día siguiente, micer Conrado, quien no había podido cerrar los ojos en toda la noche, se levanta apenas despuntó el alba, muy resentido con su cocinero. Monta a caballo, ordena al muy taimado que suba en otro y le siga, dirigiéndose hacia un riachuelo a cuya orilla se veía siempre grullas en aquella hora.
-Vamos a ver – le decía en el camino de vez en cuando y con acento despechado-,vamos a ver cuál de los dos tiene razón.
Notando el veneciano que su amo no se había apaciguado todavía y que iba a encontrarse confundido, buscaba inútilmente un medio para disculparse. De buena gana habría  huido si no le faltara valor para tanto. Tal miedo le causaban las amenazas del gentilhombre. Por otra parte, ¿cómo huir yendo su amo mejor montado que él? Así, pues, miraba despavorido por todos lados, antojándose cuanto veía otras tantas  grullas que se sostenían con dos patas.
Ya cerca del riachuelo, fue el primero en divisar una docena de grullas que se mantenían sobre un pie, según costumbre cuando duermen. En seguida las enseña a su amo, diciéndole:
-Ve usted, señor, como lo que decía anoche es la pura verdad. Observe aquellas grullas. Todas no tienen más que una sola pierna.
-Voy a probarte que tienen dos –repuso micer Conrado-. Espera un poco. Y habiéndose aproximado a las aves empezó a gritar.
-¡hu, hu, hu!.
A semejante grito despierta a las grullas, alargan la otra pierna y vuelan a toda prisa.
-Vamos, tunante –dijo entonces el gentilhombre-, las grullas ¿Tienen una o dos patas? ¿Qué dices ahora?
-Pues, señor –repuso Chichibio- que no sabía cómo salir del atolladero. Usted no gritó anoche ¡hu, hu, hu! Si lo hubiera hecho  la grulla habría alargado la otra pata, lo mismo que éstas.
Respuesta tan ingeniosa agradó mucho a micer Conrado, de suerte que se desarmó su cólera. No pudiendo contener su risa dijo:
-Tienes razón Chichibio. En verdad, debiera haber hecho lo que tú dices. Anda, te perdono, pero no reincidas.
De manera que con una réplica chistosa, el cocinero esquivó el castigo e hizo las paces con su amo.

3. 2. Prosa humanística

Desde la aparición de las primeras gramáticas de lengua romances durante el siglo XV, la prosa había adquirido calidad y profundidad suficiente para ser un buen instrumento de comunicación. La narrativa en prosa se desarrolla por Bocaccio; simultáneamente, la prosa ensayística comienza su particular desarrollo durante el Renacimiento. Destacan Erasmo de Rotterdam, que en Elogio de la locura defiende una religiosidad más auténtica, Nicolás Maquiavelo, autor de El príncipe, obra en la que defiende una conducta del gobernante supeditada al éxito político, inaugurando el oportunismo sin escrúpulos que recurre al engaño, la astucia y la ocultación de sentimientos; en otro orden, Michel de Montaigne inaugura el género ensayístico, poniéndole nombre en su obra Essais (Ensayos), mientras que Baltasar Castiglione define al perfecto caballero renacentista en El cortesano, y desde Inglaterra, Thomas More describe la sociedad ideal en Utopía.



Fragmento de Utopía

Estos dividen en veinticuatro horas iguales el día, incluyendo también la noche. De ellas solamente dedican al trabajo seis horas, distribuidas así: Tres horas, antes del mediodía, y a continuación almuerzan. Terminado el almuerzo dedican dos horas al descanso o siesta. A continuación trabajan otras tres horas, para terminar con la cena. Como quiera que la primera hora se cuenta a partir de mediodía, son las ocho cuando van a la cama. Al sueño se reservan otras ocho horas.
                               El tiempo que les queda entre el trabajo, la comida y el descanso se deja al libre arbitrio de cada uno. Se busca que cada uno, lejos de perder el tiempo en la molicie y ociosidad, se distraiga, en un hobby, al margen de sus ocupaciones habituales.
                               La mayor parte consagra estas horas de tiempo libre al estudio. Antes de salir el sol se organizan todos los días cursos públicos. Sólo están obligados a asistir a ellos los que han sido elegidos personalmente para estudiar. Pero hay que reconocer que un gran número, tanto de hombres como de mujeres de todas condiciones, se agolpan en el lugar de los cursos para escuchar sus lecciones, unos a unas, otros a otras según sus preferencias. Por otra parte, si alguno prefiere dedicar este tiempo libre a los trabajos de su oficio, nadie se lo impide. Sabido es que hay un buen número de personas a las que no atrae la alta especulación y lejos de criticarles por ello, se les felicita por el servicio que prestan a la comunidad.

3. 3. Novela satírica: Rabelais (1494-1553)

La novela medieval con tema caballeresco continúa durante el siglo XVI con obras importantes como el Amadís de Gaula o el Tirant Lo Blanc en lengua catalana. También el género pastoril pervive en novelas excesivamente estáticas y muy convencionales. Pero la auténtica aportación de  la época es la novela realista picaresca en España y la fantástica satírica en Francia entre las que destaca Gargantúa y Pantagruel de Rabelais. Se trata de una mezcla de épica y humor, conformando una divertida sátira sobre Francia. Está organizada como un gran cuadro de costumbres de la época, desde una concepción alegre de la existencia que señalan el vitalismo típicamente renacentista que la obra y el tono humorístico y atrevido.

Fragmento:

Cuando el bueno de Grangaznate estaba bebiendo y divirtiéndose con sus amigos, oyó el horrible grito que su hijo había dado al salir a la luz de este mundo, pues bramó: “¡A beber, a beber!”. (…) Y mandaron que  le trajeran diecisiete mil novecientas trece vacas para darle la leche de cada día. Pues no era posible encontrar en todo el país una nodriza capaz de alimentarlo, dada la gran cantidad de leche que requería, por mucho que los doctores hayan afirmado que su madre lo alimentó y que la leche podía sacarse de las tetas de mil cuatrocientas pipas y nueve cántaras, lo que no es verosímil, y la tesis ha sido declarada tetúdicamente escandalosa, ofensiva para los oídos piadoso, y se entiende desde lejos que es herética. (…) Pero se vagaba encima a todas horas, pues era maravillosamente flemático de nalgas…

ACTIVIDAD
Observa el video del siguiente link https://www.youtube.com/watch?v=aHl7fayjyrw

1.       Copia en el cuaderno el plan de clases
2.       Elabora un mapa conceptual con los temas abordados en el contenido
3.       Elabora un ensayo de tres  páginas en donde se evidencie lo que se trata en el video.

 EN GRUPO DE TRES ESTUDIANTES