INSTITUCION EDUCATIVA LICEO LA PRADERA
PLAN DE CLASES LENGUA CASTELLANA GRADO 11° 1-2-3-4
DOCENTE FREDY PADILLA BAUTISTA
FECHA MARZO 30
DE 2017………………………….. CLASE N° 6
TEMA: Literatura: la literatura de
la Edad Media, con énfasis en la narrativa del cuento y la novela
SUBTEMA: obras medievales de la literatura como La divina comedia de Dante Alighieri y el Decamerón de Giovanni Boccaccio
SUBTEMA: obras medievales de la literatura como La divina comedia de Dante Alighieri y el Decamerón de Giovanni Boccaccio
TIEMPO
DE EJECUCIÓN: TRES periodos de clases
ESTANDAR: Analizo crítica y objetivamente diferentes manifestaciones
literarias del contexto universal.
LOGRO Comprender la Edad Media como un periodo de grandes aportes a la
literatura, a través de la cual se reflejan los elementos contextuales que
determinaron e influyeron en la época, en la cual sobresalen obras como La
divina comedia y el Decamerón
COMPETENCIA:
·
Gramatical o sintáctica: Comprendo e
interpreto diversos tipos de texto, para establecer sus relaciones internas y
su clasificación en una tipología textual
·
Cognitiva:
Demuestra capacidad para construir conceptos de estudio, por medio de
exposiciones orales y escritos, y desarrollo de procesos.
·
Literaria: . Produzco textos
argumentativos que evidencian mi conocimiento de la lengua y el control sobre
el uso que hago de ella en contextos comunicativos orales y escritos.
·
INDICADORES DE
DESEMPEÑO
·
Distingue y relaciona los sucesos narrados en relatos de la Edad
Media atendiendo a los requerimientos estructurales y contextuales, tales como
sus características, propósitos
y finalidades.
·
Conoce las características y los rasgos predominantes de la edad
media, comprendiendo su importancia cultural y literaria.
I.
CONTENIDO.
LA LITERATURA MEDIEVAL
LA LITERATURA MEDIEVAL
Contexto histórico.
El Imperio Romano de
Occidente asiste a su desmoronamiento total cuando sube al poder el primer
emperador bárbaro, Odoacro, que destrona al último emperador romano, Rómulo
Augústulo, en 476. Sin el férreo control
imperial, Europa se dividió en numerosos reinos controlados cada uno por un
pueblo invasor diferente: España por los visigodos, Francia por los francos,
Italia por los ostrogodos, etc. Los monarcas buscaban el apoyo de los nobles y
poderosos para sus guerras. A cambio los reyes les entregaron feudos que daría
lugar a un sistema económico y social llamado feudalismo.
El desmoronamiento político
produjo novedades sociales, la aparición del feudalismo, y también culturales,
pues el latín, al romperse las comunicaciones con el resto del Imperio,
evolucionó a las diferentes lenguas romances: castellano, francés o italiano.
Tales culturas fueron desarrollándose durante los siglos medievales, algunas
con influencias de otras civilizaciones, tales como la árabe, pues el año 711
este pueblo conquistó España e invadió Francia; la lucha contra el enemigo
infiel se convirtió, de este modo, en la forma de vida de los visigodos hispánicos,
que fueron modelo para el resto de Europa, pues se organizaron, durante los
siglos XI y XII, hasta ocho cruzadas para recuperar los lugares sagrados de
Tierra Santa (Jerusalén, etc). La religión católica surge, pues, con creciente
fuerza y poder e impregna la vida política y cultural del Viejo Mundo, con una
moral distinta como la de considerar a la vida como una etapa pasajera hacia la
existencia definitiva del más allá. Gracias a la importancia que adquirió la
iglesia como portadora de valores eternos, muchos viejos documentos fueron
conservados, ya que los monasterios y los religiosos se convirtieron en los
depositarios de la cultura clásica. Pese a que la lengua hablada cada vez se
alejaba más del latín, estos documentos continuaron escribiéndose en latín, y
empapándose de las grandes obras grecolatinas. Con el paso de los siglos y con
las nacionalidades más definidas (Francia, Inglaterra, Italia, España y
Alemania) surgirán, de los monasterios, las universidades.
Con el correr del tiempo,
surgirán las ciudades y ahí los mercaderes y comerciantes lograrán un gran
prestigio con su poder económico, requerido por los reyes. Nacerá una nueva y
ambiciosa clase social que cambiará el mundo: la burguesía.
0.
Los inicios de la narrativa. La épica europea. (entre los siglos V y
XIV)
Durante este período las
obras literarias fueron muy escasas. La mejor parte de los documentos escritos
eran de carácter religioso, escritos en latín por los clérigos de esa época.
Los pueblos germánicos,
eminentemente castrenses, alcanzaron rango literario en sus lenguas vernáculas antes
que los pueblos románicos (a partir del siglo VII) a causa de las primeras
manifestaciones de la épica. Con el
nombre de eddas se designan conjuntos
de breves composiciones nórdicas de carácter narrativo sobre temas diversos:
leyendas, mitológicos, héroes notables y grandes ciclos épicos. Cabe destacar
aquí la importancia de la Leyenda de los Nibelungos, que constituye
el conjunto más notable de la épica germánica (escritos en el siglo XII o
XIII). Es una epopeya nacional donde aparecen las hazañas legendarias del héroe
Sigfrido y de todos los antepasados de Germania: hunos, godos, burgundios y
francos. Otra gran gesta, el Beowulf, es el extenso poema épico que
inaugura la épica inglesa.
A partir del siglo XII, como
consecuencia de la consolidación de las lenguas romances, surge el Cantar de gesta en Europa, a imitación
de aquellas primeras gestas germánicas. Eran poemas épicos anónimos que los juglares recitaban ante el público
diverso. Relataban la historia de un
caballero noble al servicio de un rey o de un poderoso señor feudal. El
protagonista era siempre muy valiente y virtuoso y realizaba verdaderas hazañas para vengar una injuria o
defender los territorios de su señor.
Estos relatos se basaban en circunstancias y personajes
históricos pero eran adornados y modificados por la fantasía de cada
juglar. Actualmente se conservan más de cien; sin embargo los más conocidos
son: La
canción de Rolando escrita a fines del s. XI en Francia y el Cantar del Mío Cid compuesta en el
año 1140 en España.
1.
El amor cortés
1.1. La lírica provenzal
(S. XII)
Surgida en la zona de
Provenza y otras cortes del sur de
Francia. Era una poesía de tema
amoroso, escrita por los trovadores,
poetas de gusto refinado y elevada posición social. Su interpretación se
acompañaba con música y estaba a cargo del propio trovador o de un juglar al
que el autor contrataba. Influyó en la lírica castellana del S, XV.
En sus poemas, escritos en
primera persona, los trovadores crearon un nuevo concepto del amor: el amor cortés, llamado así porque sólo
podía darse entre damas y caballeros nobles que vivían en la corte. Lo
característico del amor cortés es que siempre se trataba de un sentimiento desdichado y platónico. La
amada, generalmente casada con un señor poderoso, es descrita por el poeta como
un ser frágil, puro y dotado de las más elevadas virtudes.
El primer trovador conocido fue el conde
Guillermo de Portier (1086-1126)
1.2. Novelas de
caballerías: (S.XIII)
Son las primeras
composiciones escritas en prosa.
Estas narraciones contaban las hazañas de un
valiente y solitario caballero, cuyo principal propósito era conquistar el
corazón de una virtuosa e inaccesible
dama. Los primeros relatos aparecen en
Inglaterra y en el noroeste de
Francia y se inspiran en lo que se ha denominado “Ciclo Artúrico” o “Materia de Bretaña”. Se trata de una serie de leyendas sobre los Celtas y la historia
legendaria de las Islas Británicas y tienen como mito central al Rey Arturo.
La leyenda
artúrica parece inspirarse en un caudillo britano que dirigió la defensa de Bretaña frente a los
invasores sajones a comienzos del siglo VI. Con referente real o
sin él, Arturo ha pasado a la iconografía popular como sinónimo de inteligencia, honor y lealtad. Su
espada (Excalibur), es un símbolo del poder legítimo. Su capital, Camelot, un lugar
idílico de igualdad, justicia y paz. El hecho de que Arturo y sus
caballeros se reuniesen en torno a una Mesa Redonda, parece indicar que el rey era un primus inter pares,
que significa 'primero entre iguales'. La Corte del rey Arturo está llena de elementos fantásticos: magos y nigromantes
como Merlín y Morgana, enemigos casi sobrenaturales como Mordred, etc. Y por
supuesto el amor, personificado en
la reina Ginebra, es un caso habitual de amor cortés con pocas variantes,
incluida la traición o amistad
conflictiva de Lancelot.
La leyenda de
Arturo ha ido incorporando en sus distintas versiones elementos míticos de los celtas, uno de los más relevantes
habría dado lugar al grial. El grial
es parte de la mitología cristiana medieval, carece de referencias en los
textos bíblicos. También aparecen recipientes mágicos como el cuerno de la abundancia
o los calderos del conocimiento de
la tradición céltica.
De entre todos
los escritores de la época, destaca Chrétien de Troyes
(1135-1190), poeta de la corte de Champaña. Considerado el primer novelista de
Francia y, según algunos, el padre de la novela occidental. Es uno de los
impulsores de la cristanización de la leyenda, a él se le atribuye la inclusión
del Santo Grial en el relato artúrico. Sus libros más
famosos son Yvain, el Caballero del León
y Lancelot, el
Caballero de la Carreta. A partir de Troyes, los relatos del siglo XII se centran menos
en Arturo, dando preeminencia a otros
personajes como Lancelot y
Ginebra, Perceval, Galahad, Gawain, y
Tristán e Isolda.
Tristán e Iseo. Relato que reúne y ejemplifica muchos de los elementos de la
novela de caballerías. Es posible que la imagen de Tristán se inspire en un
personaje histórico de Cornualles. En cualquier caso, la leyenda
lo asimiló al héroe irlandés Diamaid, amante de Grainne. Simbólicamente, Tristan representa a la luna, mientras
que Iseo es la imagen del sol. La
novela en prosa del siglo XIII destaca el hecho de que Tristán moriría si no
tuviese relaciones íntimas con Iseo por lo menos una vez cada mes. Todo esto
guarda estrecha relación con el calendario
celta, que es un calendario lunar. Por otra parte, en las lenguas célticas,
la luna es de género masculino y el sol, femenino. En el mito original, Tristán
no ama a Iseo, pero se ve obligado a amarla por el poder del
hechizo lanzado
sobre él por Iseo, detalle que fue sustituido en los textos franceses por el
tema del filtro mágico bebido al descuido.
Al igual que Lancelot, Tristán puede ser considerado un modelo de caballero cortés: valiente,
invencible, brillante poeta. En la tradición galesa, el personaje es dueño de temibles poderes: las heridas
que produce son siempre mortales y todos los que osan lastimarlo, mueren. La muerte de
Tristán, no es consecuencia de la herida envenenada, sino que se debe a que
Iseo llega tarde: el sol no puede devolverle la luz que la luna necesita. El simbolismo es muy sugestivo. Iseo, Isolda o Yesult, hija del rey de
Iranda, esposa de rey Marc de Cornualles es la amante de Tristán. Su arquetipo
responde a la irlandesa Grainne, cuyo nombre proviene de la palabra “grian” que
significa "sol". Iseo, "La rubia", es la representación más
antigua de la diosa solar de los celtas.
En el mito, ella presta la vida, el
calor y la luz a su amante Tristán, la luna. El nombre Iseo no es de origen
celta, sino del germano-escandinavo hild
que significa "muchacha". Se supone pues, que hay influencia
islandesa en la leyenda.
Fragmento:
-Amigo Tristán,
cuando muerto os veo, no hay razón para que yo siga viviendo. Habéis muerto por
mi amor, yo muero por cariño hacia vos. No pude llegar a tiempo para curar
vuestro mal, amigo; por vuestra muerte no podré volver a tener consuelo, ni
alegría, ni solaz, ni placer. ¡Maldita sea la tormenta que me retuvo en el mar!
Si hubiera podido llegar a tiempo os habría devuelto la vida y os habría
hablado dulcemente de nuestro amor; os habría recordado nuestro triste sino,
nuestras alegrías, solaces y los sufrimientos y penas que vivimos por nuestro
amor. Os habría besado y abrazado. Ya que no he podido devolveros la vida, que
al menos nos reunamos en la muerte, que comparta la misma suerte que vos. Por
mí habéis perdido la vida, por vos moriré como amiga fiel. Se extiende junto a
él. Lo abraza, lo besa en la boca y en el rostro, lo estrecha contra sí, cuerpo
contra cuerpo, boca contra boca.
Rinde así el alma y
se extingue junto a su amigo. Iseo muere por amor a Tristán.
Cuando llegó al rey
Marcos la noticia de la muerte de los amantes y supo por Brangel que Tristán
había amado a Iseo por la virtud del filtro, a pesar de su voluntad, rompió en
lamentos con gran dolor:
-¡Dios! -decía-,
¿por qué no he sabido esta aventura? ¡Yo habría podido remediarlo y Tristán
nunca habría tenido que alejarse de mí! ¡Ahora los he perdido a los dos!
Atravesó el mar y
vino a Bretaña. Hizo preparar dos ataúdes finamente labrados y los llevó en su
nave hasta Tintagel. En la capilla del monasterio, a la derecha y a la
izquierda del ábside, hizo levantar sus tumbas. Por la noche, de la tumba de
Tristán surgió una viña que se cubrió de hojas y ramas verdes. Sobre la tumba
de Iseo creció un hermoso rosal de una semilla traída por un pájaro salvaje;
las ramas de la viña pasaban por encima del monumento y abrazaban el rosal,
mezclando sus flores, hojas y racimos con los capullos y las rosas. Y los
antiguos decían que estos árboles enlazados habían nacido de la virtud del
filtro y eran símbolo de los amores de Tristán e Iseo, a quienes la muerte no
había podido separar.
Del texto, destaca el fracaso de la pasión total o del amor
humano imposible, pues éste surge por efectos mágicos, sólo se explica por arte
de nigromancia y encuentra su culminación en la muerte; pero sus protagonistas
niegan tanto su fracaso como su imposibilidad. En cuanto a estos es interesante
comprobar la ausencia total de sentimientos religiosos y la carencia absoluta de arrepentimiento moral, debido quizá
al filtro amoroso causante de la pasión. Tristán es un héroe más moderno que su
contemporáneo, Lancelot, cuyas cualidades están más arraigadas en la sociedad
cortesana francesa de su tiempo. Es, en definitiva, la historia del fracaso del
hombre cuando entra en conflicto con la sociedad, pero también la del triunfo
de la pasión por encima de las convenciones y de la muerte.
1.3. El
dolce stil novo:
Fue una escuela literaria que se desarrolló en Italia y que también
recreó el tema del amor cortés. Sostenía
que la belleza no procede del
linaje, sino de las virtudes del corazón
y le proporciona la virtud necesaria para elevarse
hasta Dios; la poesía debía
reflejar la belleza y ser la expresión
de un sentimiento puro y delicado. Introdujeron nuevas formas métricas e incorporaron recursos más refinados y elegantes. Estos logros enriquecieron
considerablemente la expresión en las jóvenes lenguas romances y abrieron el camino hacia la poesía renacentista.
Los principales poetas de esta tendencia son Guido Cavalcanti y Dante
Alighieri.
Dante
Alighieri
Representante de la cultura
cristiana de la Edad Media ,
nace en Florencia en 1265, de estirpe noble. En 1274 conoce a Beatriz, hermosa niña de 9 años, y se
fascina con su rostro pálido y ojos verdes, pues se le figura un ángel. Pero su
padre lo comprometió con Gemma Donatti. En 1283, ve por segunda vez a Beatriz y
a partir de ese entonces comienza a escribir de ella en rimas. En 1289, Beatriz
se casa con su prometido y al poco muere. Dante se casa con Gemma, de quien
tuvo 4 hijos: Jacobo, Pietro, Giovanni y Beatriz.
Su rectitud moral le apartó
de los grupos políticos que pugnaban por el poder en Florencia y marchó desengañado.
Vivió vagabundo por Lombardía, Toscana y Romania. Rechazó un retorno ignominioso a Florencia. Murió
en 1320.
Se trata de un largo poema narrativo de 14.000 versos
escrito en latín con versos endecasílabos en tercetos encadenados
que describe el viaje de Dante al mundo
de los muertos a través del Infierno, Purgatorio, Paraíso, hasta el
encuentro con Dios guiado por el poeta Virgilio y por su amada Beatriz. La obra se caracteriza por la simetría estructural, pues se divide
en 100 cantos: un prólogo con 33 cantos por estadio, cada uno terminado con la
palabra “estrella”. El Simbolismo y la
alegoría son los elementos estilísticos más frecuentes, pues los
personajes, animales y cosas representan algo más que su simple ser. El mismo
autor, Dante simboliza al hombre extraviado; Beatriz, a la Ciencia Divina que
redime; Virgilio, a la Sabiduría Humana; las bestias, a los pecados… El “Viaje al otro
mundo”, es la alegoría del alma en su camino de redención. El infierno, es la
vida mundana: Florencia. El purgatorio es la vida contemplativa: Roma. El
Paraíso, es la vida mística: Jerusalén.
La descripción parte de la idea de la Tierra según el sistema de Ptolomeo.
La Tierra está
inmóvil en el centro del mundo, a su
alrededor giran las esferas celestes y con ellas el sol, los planetas y las
estrellas. El infierno y el purgatorio
están en la tierra, el uno en forma de abismo hasta el mismo centro, el
otro en forma de montaña altísima, en cuya cúspide está el paraíso terrenal.
Ambos aparecen divididos en círculos
concéntricos o en esferas que el poeta recorre paulatinamente.
La importancia fundamental
que tiene la obra es su función de puente entre lo medieval (amor cortés, mujer
inalcanzable y teocentrismo) y lo renacentista (armonía, simetría, amor
platónico)
A mitad del camino de la vida,
en una selva oscura me encontraba
porque mi ruta había extraviado.
¡Cuán dura
cosa es decir cuál era
esta
salvaje selva, áspera y fuerte
que me
vuelve el temor al pensamiento!
Es tan
amarga casi cual la muerte;
mas por
tratar del bien que allí encontré,
de otras
cosas diré que me ocurrieron.
Yo no sé
repetir cómo entré en ella
pues tan
dormido me hallaba en el punto
que
abandoné la senda verdadera.
(…)
Yo
contesté: «Poeta, te requiero
por aquel
Dios que tú no conociste,
para huir
de éste o de otro mal más grande,
que me
lleves allí donde me has dicho,
y pueda ver
la puerta de San Pedro
y aquellos
infelices de que me hablas.»
Entonces se
echó a andar, y yo tras él
(…)
Vi aquí más
gente que en las otras partes,
y desde un
lado al otro, con chillidos,
haciendo
rodar pesos con el pecho.
Entre ellos
se golpean; y después
cada uno
volvíase hacia atrás,
gritando
«¿Por qué agarras?, ¿por qué tiras?»
Así giraban
por el foso tétrico
de cada
lado a la parte contraria,
siempre
gritando el verso vergonzoso.
Al llegar
luego todos se volvían
para otra
justa, a la mitad del círculo,
y yo, que
estaba casi conmovido,
dije:
«Maestro, quiero que me expliques
quienes son
éstos, y si fueron clérigos
todos los
tonsurados de la izquierda.»
Y él a mí.
«Fueron todos tan escasos
de la razón
en la vida primera,
que ningún
gasto hicieron con mesura.
Bastante
claro ládranlo sus voces,
al llegar a
los dos puntos del círculo
donde culpa
contraria los separa.
Clérigos
fueron los que en la cabeza
no tienen
pelo, papas, cardenales,
que están
bajo el poder de la avaricia.»
Texto completo: http://www.ciudadseva.com/textos/poesia/dante/da.htm
2. Literatura árabe
medieval: Las mil y una noches
Las
Mil y Una Noches es
una célebre recopilación de cuentos
árabes del Oriente Medio
medieval que utiliza la técnica del relato
enmarcado. El libro describe de forma fantástica y algo distorsionada la India,
Persia, Siria, China
y Egipto. Hacia el año 800, los relatos, transmitidos
oralmente, habían sido agrupados en ciclos. Se cree que muchas de las historias
fueron recogidas originariamente de la tradición de Persia (hoy en día Irán), Iraq, Afganistán, Tajikistán y Uzbekistán y compiladas más adelante, incluyendo
historias de otros autores. El compilador y traductor de estas historias al
árabe es, supuestamente, el cuentista Abu abd-Allah Muhammed el-Gahshigar, que vivió en el siglo IX. La historia principal sobre Scheherazade, que sirve de marco a los demás relatos,
parece haberse agregado en el siglo XIV.
Son relatos que surgen uno del otro, es
decir, al contarse uno de repente surge otro y ese otro crea otro cuento hasta
que termina el primero, como cajas
encerradas en otras cajas. En el primero, se cuenta que el sultán Shahriar
descubre que su mujer le traiciona y la mata. Creyendo que todas las mujeres
son igual de infieles ordena a su visir conseguirle una esposa cada día, alguna hija de sus cortesanos, y después
ordenaría matarla en la mañana. Este horrible designio es quebrado por Sherezade, hija del visir. Ella trama
un plan: se ofrece como esposa y la primera noche logra sorprender al rey
contándole un cuento. El sultán se entusiasma con el cuento, pero la muchacha interrumpe el relato antes del alba y
promete el final para la noche siguiente. Así, durante mil noches. Al
final, el sultán conmuta la pena y viven felices (con lo que se cierra la
primera historia, la de la propia Sherezade).
Las historias
son muy diferentes, incluyen historias de amor tanto trágicas como cómicas, poemas,
parodias y leyendas religiosas musulmanas. Algunas de las
historias más famosas son Aladino y
la lámpara maravillosa, Simbad el marino y Alí Babá y
los cuarenta ladrones; sin embargo, Aladino y Alí Babá fueron añadidos en el siglo XVIII por Antoine Galland, quien las escuchó
en Siria. En muchas historias aparecen genios,
elementos fantásticos y lugares
legendarios que son mezclados con
personas y lugares reales; el histórico califa Harun al-Raschid es un protagonista usual. A veces
algún personaje en los cuentos de Sherezade comienza a contarle a otros
personajes una historia propia, y esa historia puede incluir otra historia
dentro de ella, lo que resulta en una estructura
narrativa jerárquica.
"¡oh Sherezade! ¡Cuán espléndida es esa historia! ¡oh! ¡Qué
admirable es! me has instruido, ¡oh docta y discreta! y me has hecho ver los
acontecimientos que les sucedieron a otros que yo, y considerar atentamente las
palabras de los reyes y de los pueblos pasados, y las cosas extraordinarias o
maravillosas o sencillamente dignas de reflexión que les ocurrieron. y he aquí
en verdad, que, después de haberte escuchado durante estas mil noches y una
noche, salgo con un alma profundamente cambiada y alegre y embebida del gozo de
vivir. Así, pues, ¡gloria a quien te ha concedido tantos dones selectos, ¡oh
bendita hija de mi visir! ha perfumado tu boca y ha puesto la elocuencia en tu
lengua y la inteligencia detrás de tu frente!”
Texto completo: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/otras/1001/1001-01.htm
II.
EL RENACIMIENTO. (S. XV – XVI)
1.
Marco
histórico- cultural. Rasgos generales.
Durante los
siglos XV y XVI asistimos a importantes novedades en el panorama europeo. En
este período se producen los grandes descubrimientos geográficos y los grandes
inventos (brújula, papel, imprenta, pólvora). En el aspecto social también se
produce una cierta revolución, pues el nacimiento de las ciudades y la creación
del comercio al margen del señor feudal produce la decadencia del Feudalismo y
la creación de ciudades independientes y de ciudades-estado, como ocurrió en
Italia, cuna del Renacimiento. Este movimiento político culminó con la formación
de monarquías absolutas (Francia,
Rusia, España Austria, Prusia… y de la monarquía
constitucional Inglesa (Gobierno Parlamentario), no sin antes asistir a una
serie de revueltas y guerras civiles internas, como la inglesa, que finalizó
con la decapitación de su rey, Carlos II.
En el
aspecto económico, es un momento de esplendor a causa de los avances en
comercio e industria, y la consiguiente llegada de abundantes productos de Oriente,
oro y plata de América a Europa.
Por otra
parte, el conocimiento de los nuevos avances científicos y de los clásicos
grecolatinos, produjo una disminución paulatina en el fervor religioso. El
teocentrismo medieval (dios es el centro del universo) deja paso a un antropocentrismo (el hombre es el centro de
la creación), que se sumará a un anhelo de pensar y actuar con libertad.
Los conflictos religiosos empiezan a producirse durante este período, pues la
Reforma que propuso Martín Lutero dividió Europa en protestantes y católicos, y
llevó a todos los rincones del continentes cruentas luchas fratricidas. La
Contrarreforma es el proceso católico que pretendía anular las malas
influencias del protestantismo; muchos países, como España, se rigieron como
defensores acérrimos del catolicismo, pero en otros fue la reforma la que se
expandió, como en Alemania o en Inglaterra.
La
corriente cultural en que se basa el Renacimiento se denomina Humanismo (Del latín “Humanitis” =
amante de la ciencia del saber). Surge a
fines del S. XIV en Italia y se caracterizó por la admiración y el conocimiento profundo de la antigüedad
clásica grecolatina. Debe su nombre al hecho que revalorizó al hombre, pues
consideró que era él, y no Dios, el centro y la finalidad de todas las
cosas. Resucitó la confianza en la razón humana y en la capacidad del hombre para entender
y descubrir las leyes que rigen la naturaleza y el universo
El Renacimiento
(Del latín “Renascere”) es la corriente artística y literaria que predominó en
Europa entre los siglos XV y XVI. Fue pues el restablecimiento, la
restauración, un renacer de las tradiciones literarias de la antigüedad
greco-latina que permaneció olvidada durante todos los años de la Edad Media.
Se basaba en tres puntos fundamentales: el resurgimiento de lo clásico, el
antropocentrismo y el ansia de saber.
En cuanto
al resurgimiento de lo clásico, se produce en el sentido de que todas las artes
toman como modelo la cultura
greco-romana. Esto significó un desapego a las formas de vida y pensar propios de la Edad Media. Se rechazó
la Filosofía Escolástica mientras renacían Platón, Cicerón, Horacio, Virgilio y
Ovidio. La forma literaria adquiere suma importancia, el hombre recobra el sentido
del estilo del arte. Se imita a los clásicos y se rivaliza con ellos. Se retoma
sus géneros, su mitología, su estilo sus sentimientos por considerarlos como
dechados de belleza literaria. El antropocentrismo, por su parte, hace
del hombre el gran tema de su arte y literatura, de sus reflexiones filosóficas
y curiosidad científica, dejando la cultura cristianan en un segundo plano y,
cuando se toma como tema, se aplica al mundo clásico, en una conciliación y
sincretismo de la Cultura
greco-latina con la doctrina cristiana. El hombre, en una euforia optimista, es
el ser creado por Dios con toda su perfección y belleza, y capaz de llevar a cabo
cuantas actuaciones se proponga. El estudio se convierte en un placer y en una
cualidad para el hombre renacentista, que aspira a crear el Uomo
Universale, el hombre que debe formarse en todos los campos del saber.
Los renacentistas resucitaron temas clásicos, tales como el amor: como un sentimiento idealizado generalmente platónico e
insatisfecho; la naturaleza: como
fuente de belleza (el paisaje aparecía idealizado
como símbolo de armonía); la mitología:
empleándose mitos de la antigüedad clásica para expresar diversos sentimientos;
y el carpe
diem: la llamada al goce de la vida y el aprovechamiento de lo que
brinda el presente.
Los
autores más representativos en Italia son: Maquiavelo: “El Príncipe”, Ariosto:
“Orlando el furioso” y Torcuato Tasso: Jerusalén libertada; en Francia: Rabelais:
“Pantagruel y Gargantúa” y Montaigne: “Ensayos”; en Holanda: Erasmo: “Elogio de
la locura”; en Portugal: Camoens: “Las Lusíadas”; y en España: Boscán: “El
cortesano”. Garcilaso, Fray Luis de León
o el Anónimo de El Lazarillo.
2.
Evolución de la lírica: del dolce
stil nuovo a la poesía de cancionero
2.1. Francesco
Petrarca (1304-26)
Nació en Arezzo
(Italia), en 1327, vio por primera vez a Laura de Noves, esposa de Ugo de Sade.
Esto sucedió en la iglesia de Santa Clara. El amor por ella le duró toda la vida y su muerte en
1348 ahondó la pasión e inspiración. Se dedicó por entero a la poesía y el
Senado romano le otorgó la
Corona de Poeta.
A Petrarca se le asigna el mérito de ser el primer humanista europeo,
que se dedicó a las letras como profesión. En lírica, modernizó la poesía con
tonos, temas y formas nuevas, influye en todos los poetas europeos (Garcilaso,
Ronsard…) su poesía es símbolo de espiritualidad, delicadeza y melancolía, al
abandonar la erudición y aportar calidad
humana. Con un lenguaje sobrio, elegante y selecto, dio al soneto la
musicalidad que dio fama a esta forma métrica.
Escribió parte de su obra en
latín, como Africa 9 libros
compuestos en el que intentó una Eneida nacional, sobre el tema de
Las victorias de Escipión el Africano sobre Cartago en la II Guerra Púnica.
También realizó 12 églogas, el Carmen Bucolicum. De su obra en italiano destaca su Cancionero,
que contiene sonetos, canciones, sextinas, baladas, madrigales. Se trata de un
diario sentimental, donde surge, por primera vez en la literatura medieval, la
introspección amorosa y la expresión de sentimientos. El amor cortés se
reescribe en el Cancionero, gracias a la reinterpretación del platonismo, ya
realizada en cierto modo con Beatricce, la amada de Dante. La mujer es un
método de acercamiento a la perfección y por lo tanto, a Dios; es el llamado
concepto de mujer-ángel inalcanzable y virginal, en una fusión
clasicismo-cristianismo típica de la época. Otras obras son los Triunfos,
imitación de La
Divina Comedia , habla sobre la vanidad de las cosas
terrenas. Los seis triunfos son: el amor, la castidad, la muerte, la fama, el
tiempo y la eternidad y el Secretum, El ocio de las religiones
o De
la vida solitaria.
Sus ojos que
canté amorosamente,
su cuerpo hermoso que adoré constante,
y que vivir me hiciera tan distante
de mí mismo, y huyendo de la gente,
su cuerpo hermoso que adoré constante,
y que vivir me hiciera tan distante
de mí mismo, y huyendo de la gente,
Su cabellera
de oro reluciente,
la risa de su angélico semblante
que hizo la tierra al cielo semejante,
¡poco polvo son ya que nada siente!
la risa de su angélico semblante
que hizo la tierra al cielo semejante,
¡poco polvo son ya que nada siente!
¡Y sin embargo
vivo todavía!
A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,
surca mi nave la extensión vacía…
A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,
surca mi nave la extensión vacía…
Aquí termine
mi amoroso canto:
seca la fuente está de mi alegría,
mi lira yace convertida en llanto.
seca la fuente está de mi alegría,
mi lira yace convertida en llanto.
(Petrarca,
Cancionero)
2.2.
Poesía europea: escuela
petrarquista
La lírica de
cancionero, como se le llama a la poesía petrarquista, tiene numerosos
seguidores en Europa. El viaje a Italia de muchos de ellos supuso la expansión
de este tipo de lírica. Entre muchos, destacan Ronsard (imitador de Píndaro,
Petrarca y Horacio) y Garcilaso de la Vega. En poesía épica llama la atención Luis Vaz de Camôes, con su poema épico: Os Luisiadas imitador de la Eneida.
Cuando seas muy vieja, a la luz de una vela
y al amor de la lumbre, devanando e hilando,
cantarás estos versos y dirás deslumbrada:
Me los hizo Ronsard cuando yo era más bella.
y al amor de la lumbre, devanando e hilando,
cantarás estos versos y dirás deslumbrada:
Me los hizo Ronsard cuando yo era más bella.
No
habrá entonces sirvienta que, al oír tus palabras,
aunque ya doblegada por el peso del sueño,
cuando suene mi nombre la cabeza no yerga
y bendiga tu nombre, inmortal por la gloria.
aunque ya doblegada por el peso del sueño,
cuando suene mi nombre la cabeza no yerga
y bendiga tu nombre, inmortal por la gloria.
Yo seré
bajo tierra descarnado fantasma
y a la sombra de mirtos tendré ya mi reposo;
para entonces serás una vieja encorvada
y a la sombra de mirtos tendré ya mi reposo;
para entonces serás una vieja encorvada
añorando
mi amor, tus desdenes llorando.
Vive ahora, no aguardes a que llegue el mañana,
coge hoy mismo las rosas que te ofrece la vida.
Vive ahora, no aguardes a que llegue el mañana,
coge hoy mismo las rosas que te ofrece la vida.
(Ronsard)
3. Consolidación de la narrrativa europea.
3.1. El cuento medieval. Giovanni Bocaccio y Chaucer.
Buena parte de la literatura
medieval se componía aún para ser recitada, lógico en una sociedad donde la
mayoría no sabía leer o escribir. De este modo hallamos los antiguos fabliaux, breves cuentos en verso de
carácter cómico y satírico, y los roman,
con diferentes temas, como el Roman de
Renart, protagonizado por un zorro, Renart, plagado de espíritu jocoso,
parodia, a veces, de la epopeya entre animales. El Roman de la Rose tiene un carácter didáctico y alegórico, mezcla de
la tradición trovadoresca del amor cortés y de Ovidio. En este sentido, destaca
en literatura castellana el Mester de Clerecía, que evoluciona desde el
contenido meramente religioso y alegórico de Los milagros de Nuestra Señora, de Berceo (s. XIII) hacia la
miscelánea de contenido variado y tono vitalista de El Libro del Buen Amor.
La
narración en verso. Geoffrey Chaucer (1340-1400)
Nacido y muerto en Londres, tradujo al inglés el Roman de la Rose y residió algún tiempo
en Italia, donde conoció las obras de ante, Petrarca y Bocaccio. Su obra
principal es Cuentos de Canterbury, con la cual introduce el pensamiento y
la literatura humanística en Inglaterra. Se trata de una narración en verso
compuesta por una serie de cuentos relatados por treinta peregrinos que se
dirigen a la tumba del santo Thomas Becket, en Canterbury. Estos peregrinos,
pertenecientes a distintas clases sociales, se hospedan en la Posada del
Tabardo, y el hostelero se compromete a premiar con una comida al que narre el
mejor cuento. De muy variada procedencia, en los relatos confluyen fuentes
medievales: fabliaux, de tema artúrico, fábulas… Uno de los méritos del libro es la diversidad
coloquial con que Chaucer caracteriza a sus personajes, desde el tono más
elaborado de del caballero al más bajo del labrador.
2º Cuento. El molinero:
Erase una vez un
rústico adinerado, entrado ya en años, que vivía en Oxford. Tenía el oficio de
carpintero y aceptaba huéspedes en su casa. Vivía con él un estudiante pobre,
muy entendido en artes liberales, que sentía una irresistible pasión por el
estudio de la astrología. Sabía calcular respuestas a ciertos problemas; por ejemplo,
uno podía preguntarle cuándo las estrellas predecían lluvia o sequía, o vaticinar
acontecimientos de cualquier clase. No puedo relacionarlos todos.
Este estudiante se
llamaba Nicolás el Espabilado. Aunque
al mirarle parecía poseer la mansedumbre de una niña, tenía una gracia especial
para secretas aventuras y placeres del amor, pues era al mismo tiempo ingenioso
y extremadamente discreto. En su alojamiento ocupaba un aposento privado, muy bien
cuidado con hierbas olorosas. El mismo era tan delicioso como el regaliz o la valeriana.
Su Almagesto y otros libros de texto de astrología, grandes y pequeños, y el
astrolabio y las tablas de cálculo que precisaba para su ciencia estaban
situados en estanterías a la cabecera de su cama. Un burdo paño rojo cubría el
hierro de planchar vestidos, y sobre éste tenía un salterio que tocaba cada noche,
llenando su aposento de agradables melodías; solía entonar el Angelus de la Virgen, cantando a
continuación la Tonadilla del rey. La
gente elogiaba a menudo su timbrada voz. De este modo pasaba el tiempo este
simpático estudiante, con la ayuda de los ingresos que tenía y de lo que sus
amigos proveían.
El carpintero se
había casado poco ha con una mujer de dieciocho años, a la que amaba más que a
su propia vida. Como ella era joven y retozona y él era viejo, los celos le
movieron a mantenerla estrechamente confinada, pues ya se había imaginado
cornudo. Por su deficiente educación, nunca había leído el consejo de que un
hombre debe casarse con alguien que se le parezca. Los hombres deben contraer
nupcias con mujeres de posición y edad similar, ya que la juventud y la vejez,
generalmente, no concuerdan: están a matar. Pero al haber caído en la trampa,
tuvo que pasar sus apuros como otros.
Era ella una mujer
hermosa y joven, con un cuerpo cimbreante y flexible como el de una nutria.
Rodeándole el talle llevaba un delantal de un blanco deslumbrante, una faja de
seda rayada y una camisa blanca con un cuello todo bordado alrededor con seda
negrísima por dentro y por fuera. Se adornaba con una cofia blanca con cintas
que hacían juego con el cuello de la camisa y una ancha cinta de seda ciñéndole
la parte superior de la cabeza. Debajo de sus arqueadas cejas, delgadas y
negras como endrinas, mostraba unos ojos profundamente lascivos.
Era más deliciosa
de mirar que un peral en flor y más suave que los añinos al tacto. Una bolsa de
cuero con borlas de seda y botones redondos de metal le pendía del cinto de la
faja. Resulta difícil poder soñar en una chica como ésa o en semejante
preciosidad. Su tez brillaba más que una moneda de oro recién acuñada en la
Torre; cantaba con la alegría y la claridad de una golondrina posada en el granero;
solía saltar y retozar como una cabritilla o un ternero que corre tras su madre;
su boca era dulce como la miel o el arrope, o como una manzana colocada sobre
heno; era retozona como un potrillo, alta como un mástil y erguida como una flecha.
De la parte baja del cuello colgaba un broche grande como el remate de un escudo,
y los cordones de sus zapatos los llevaba entrelazados, como el rosetón de San
Pablo, por las pantorrillas, cubiertas con medias rojas. Era un pimpollo, un bombón
para la cama de un príncipe o esposa digna de algún acaudalado labrador.
Ahora bien,
señores, sucedió que un día, cuando su marido se hallaba en Oseney, Nicolás, el
Espabilado -estos estudiantes
son unos tíos hábiles y astutos-, empezó a retozar y a hacer bromas con la
joven. Con disimulo la palpó en sus partes y le dijo:
-Querida, si no
dejas que me salga con la mía, moriré de amor. Y prosiguió mientras la abrazaba
por las caderas:
-Por el amor de
Dios, querida, hagamos el amor ahora mismo, o me voy a morir.
Ella se retorcía
como un potrillo que están herrando y apartó su cabeza diciendo:
-Vete, no te
besaré. Vete, Nicolás, o gritaré pidiendo socorro. ¡Quítame las manos de encima!
¿Es éste modo de comportarse?
Pero Nicolás empezó
a rogarle, y lo hizo con tal vehemencia, que, al fin, ella se rindió y juró por
Santo Tomás de Canterbury que sería suya tan pronto como pudiera encontrar la
ocasión.
-Mi esposo está tan
roído por los celos que, si no esperas pacientemente y vas con mucho cuidado,
estoy segura que me destruirás -dijo ella-. Por eso, debemos mantenerlo en
secreto.
-No te preocupes
por ello -dijo Nicolás-. Si un estudiante no se las sabe más que un carpintero,
habrá estado perdiendo el tiempo.
Por ello, y como
dije antes, estuvieron de acuerdo en aguardar la ocasión propicia. Arreglado
esto, Nicolás dio a los muslos de la muchacha un buen magreo; luego la besó
dulcemente, tomó su salterio y pulsó enardecido una alegre tonadilla.
Pero ocurrió que,
un buen día, esta buena mujer interrumpió sus faenas domésticas, se lavó la
cara hasta que relució de limpia y se dirigió a la iglesia de su parroquia para
practicar sus devociones. Ahora bien, en aquella iglesia había un sacristán llamado
Absalón. Su rizado cabello brillaba como el oro y se extendía como un gran
abanico a cada lado de la raya que le recorría el centro de la cabeza. Era un individuo
enamoradizo en el sentido más amplio de la palabra. Tenía una tez rosada, ojos
grises de ganso y vestía con gran estilo, calzando medias y zapatos escarlatas con
dibujos tan fantásticos como el rosetón de la catedral de San Pablo. La
chaqueta larga de color azul claro le sentaba muy bien: con encajes ribeteados,
estaba cubierta por un vistoso sobrepelliz de color blanco que semejaba un
conjunto de retoños en flor. A fe mía que era todo un buen mozo. Sabía hacer de
barbero, sangrar y extender documentos legales; sabía bailar en veinte estilos
diferentes (pero siguiendo la moda de aquellos días procedentes de Oxford, con
las piernas que salían disparadas a uno y otro lado); cantaba con un agudo
falsete acompañándose de un violín de dos cuerdas. También tocaba la guitarra.
No había posada o taberna de la ciudad que no hubiera animado con su visita,
especialmente las que había con vivarachas muchachas de mesón. Pero, para decir
verdad, era un poco pesado: se tiraba ventosidades y tenía una conversación
latosa.
En aquel día
festivo estaba de excelente humor cuando, al tomar el incensario, se puso a
escudriñar amorosamente a las mujeres de la parroquia mientras las incensaba;
dedicaba especial atención cuando miraba a la mujer del carpintero; era tan
bella, dulce y apetecible, que le parecía que podría pasarse toda la vida contemplándola.
Si ella hubiera sido un ratón y Absalón un gato, juro que se le hubiera
arrojado encima inmediatamente. Tan chalado estaba el zumbón sacristán, que no
admitía donativos de las mujeres al hacer la colecta; su buena educación se lo
impedía, según comentaba.
Aquella noche la
Luna brillaba intensamente cuando Absalón cogió la guitarra para ir a cortejar.
Lleno de ardor, salió de su casa con mucho ánimo, hasta que llegó a la casa del
carpintero después del canto del gallo y se situó cerca de un ventanal que
sobresalía de la pared. Entonces cantó con voz baja y suave, acompañándose con
su guitarra:
Queridísima dama,
escucha mi plegaria y apiádate de mí, por favor.
El carpintero se
despertó y le oyó.
-Alison -dijo a su
mujer-, ¿no oyes a Absalón cantando bajo el muro de nuestro dormitorio?
Ella replicó:
-Sí, Juan; claro
que oigo cada nota.
Las cosas
prosiguieron como podéis suponer. El alegre Absalón fue a cortejarla
diariamente, hasta que se puso tan desconsolado, que no podía dormir ni de día
ni de noche. Se peinó sus espesos rizos y se acicaló, cortejándola por intermediarios,
y prometió que sería su esclavo, le hacía gorgoritos como un ruiseñor y le
enviaba vino, aguamiel, cerveza especiada y pasteles recién salidos del homo;
le ofreció dinero, pues ella vivía en una ciudad en la que había cosas que
comprar. Algunas pueden ser conquistadas con riquezas; otras, a golpes, y otras,
finalmente, con dulzura y habilidad.
En una ocasión,
para que ella contemplara su talento y versatilidad, hizo el papel de Herodes
en el escenario. Pero ¿de qué le sirvió todo eso? Tanto amaba ella a Nicolás,
que Absalón hubiera podido arrojarse al río; sólo recibía burlas por sus
desvelos. Por lo que ella convirtió a Absalón en un mono bufón y su devoción en
chanza. He aquí un proverbio que dice gran verdad: «Si quieres avanzar, acércate
y disimula. Un amante ausente no satisface su gula.»
Ya podía Absalón
fanfarronear y desvariar, que Nicolás, sólo por estar presente, lo desbancaba
sin esfuerzo.
¡Vamos, espabilado
Nicolás, muestra tu valor y deja a Absalón con su gimoteo! Sucedió que un
sábado el carpintero tuvo que ir a Oseney. Nicolás y Alison convinieron que
idearían alguna estratagema para engañar al pobre esposo celoso, de modo que,
si todo salía bien, ella pudiera dormir toda la noche en sus brazos, como ambos
deseaban. Sin decir ni una palabra, Nicolás, que ya no podía esperar más, llevó
silenciosamente a su aposento suficiente comida y bebida para un día o dos.
Entonces, Nicolás dijo a Álison que cuando su esposo preguntara por él, ella le
contestase que no le había visto en todo el día y que ignoraba dónde podía
hallarse; aunque creía que debía de haber caído enfermo, puesto que cuando la
criada fue a llamarle, él no había replicado, a pesar de las grandes voces que
dio.
Así, Nicolás se
quedó en su aposento, callado, durante todo el sábado, comiendo, durmiendo, o
haciendo lo que le daba la gana hasta que anocheció. Era la noche del sábado al
domingo. El pobre carpintero empezó a preguntarse qué diablos podría ocurrirle
a Nicolás:
-¡Por Santo Tomás,
empiezo a temer que Nicolás no está nada bien!
Espero, Dios mío,
que no haya fallecido repentinamente. Este es un mundo poco seguro, en verdad:
hoy mismo he presenciado cómo llevaban a la iglesia el cadáver de un hombre al
que había visto trabajando este lunes. Entonces dijo al muchacho que le servía.
-Sube corriendo y
grita a su puerta o golpéala con una piedra. Ve qué pasa y ven enseguida a
decirme qué es lo que hay.
El muchacho subió
decidido las escaleras y voceó y aporreó la puerta del aposento
-¡Eh! ¿Qué hacéis,
maese Nicolás? ¿Cómo podéis estar durmiendo todo el día?
Pero no sirvió de
nada. No hubo respuesta. Sin embargo, en uno de los paneles inferiores
descubrió un agujero, que servía de gatera, y dio un vistazo al interior. Al
final logró ver a Nicolás sentado muy tieso y con la boca abierta como si tuviera
trastornado el juicio; por lo que bajó corriendo y explicó a su dueño inmediatamente
el estado en que le había encontrado.
El carpintero
empezó a persignarse diciendo:
-¡Ayúdanos, Santa Frideswide!. ¿Quién puede
predecirnos lo que el destino nos depara? A este individuo le ha sobrevenido
una especie de ataque con este astrobolio suyo. ¡Y sabía yo que algo le
ocurriría! La gente no debe meter sus narices en los secretos divinos. ¡Bendito
sea el hombre que no sabe más que el Credo! Esto mismo es lo que le pasó a
aquel otro estudiante del astrobolio que salió a andar por los campos contemplando
las estrellas y tratando de adivinar el futuro. Cayó dentro de una almarga:
algo que no previó. Sin embargo, ¡por Santo Tomás que lo siento por el pobre
Nicolás! Por Jesucristo, que está en el cielo, que le voy a escarmentar de sus estudios,
si es que yo valgo para algo. Dame una vara, Robin; apalancaré la puerta mientras
tú la levantas. Esto pondrá fin a sus estudios, supongo.
Y se dirigió a la
puerta del aposento. El criado era un muchacho muy fuerte, y la puso fuera de
sus goznes en un momento. La puerta cayó al suelo. Allí se hallaba Nicolás
sentado como si estuviera petrificado, con la boca abierta tragando aire. El
carpintero supuso que estaba en trance de desesperación; le agarró fuertemente por
los hombros y le sacudió con fuerza diciéndole:
-¡Eh, Nicolás! ¡Eh!
¡Baja la vista! ¡Despierta! ¡Acuérdate de la pasión de Jesucristo! ¡Que el
signo de la cruz te proteja de duendes y espíritus!
Entonces empezó a
murmurar un encantamiento en cada uno de los cuatro rincones de la casa y la
parte exterior del umbral de la puerta:
Jesucristo, San
Benito.
Los malos espíritus
prohibid: espíritus nocturnos, huid del Padrenuestro
Hermana de San
Pedro, no abandones a este siervo vuestro.
Después de un rato,
Nicolás el Espabilado suspiró
profundamente y dijo:
-¡Ay! ¿Debe el
mundo terminar tan pronto?
El carpintero
contestó:
-¿De qué hablas?
Conga en Dios, como el resto de los que ganan el pan con el sudor de su frente.
A lo que replicó
Nicolás:
-Vete a buscarme
una bebida y te diré -en la más estricta confianza, te advierto-algo sobre un
asunto que nos concierne a ambos. Te aseguro que no se lo diré a nadie más.
El carpintero bajó
y regresó con casi un litro de buena cerveza. Cuando cada uno hubo bebido su
parte, Nicolás cerró bien la puerta e hizo sentar al carpintero junto a él
diciéndole:
-¡Querido Juan,
querido anfitrión!, me debes jurar aquí mismo y por tu honor que nunca
revelarás este secreto a nadie, pues te revelaré el secreto de Jesucristo, y
estás perdido si lo cuentas a otra alma. Pues éste será el castigo: si me
traicionas, te convertirás en un loco rematado.
-¡Que Jesucristo y
su santa sangre me protejan! -repuso el ingenuo carpintero-. No soy ningún
boquirroto y, aunque está mal que lo diga, no soy nada locuaz. Puedes hablar
libremente: por Jesucristo que bajó a los infiernos: no lo repetiré a hombre,
mujer o niño alguno.
-Pues bien, Juan
-dijo Nicolas-. Te aseguro que no miento: por mis estudios de astrología y mis
observaciones de la Luna cuando brilla en el cielo, he averiguado que durante
la noche del próximo lunes, a eso de las nueve, lloverá de una forma tan
torrencial y asombrosa, que el diluvio de Noé quedará minimizado. El aguacero
será tan tremendo -prosiguió-, que todo el mundo se ahogará en menos de una
hora, y la Humanidad perecerá.
Al oír eso, el
carpintero exclamó:
-¡Pobre esposa mía!
¿Se ahogará también? ¡Ay, pobre Alison!
Quedó tan
impresionado, que casi se desmayó.
-¿No puede hacerse
nada? -preguntó.
-Sí, ya lo creo que
sí -dijo Nicolás-; pero solamente si te dejas guiar por un consejo experto, en
vez de seguir ideas propias que te puedan parecer brillantes.
Como muy bien dice
Salomón: «No hagas nada sin consejo, y te alegrarás de ello.» Ahora bien, si
actúas siguiendo mi buen consejo, te prometo que nos salvaremos los tres,
incluso sin mástil ni vela. ¿No sabes cómo Noé fue salvado cuando el Señor le
advirtió por anticipado que todo el mundo perecería bajo las aguas?
-Sí -dijo el
carpintero-, hace mucho, muchísimo tiempo.
-¿No has oído
también -prosiguió Nicolás- lo que le costó a Noé y a todos los demás conseguir
que su esposa subiera a bordo del arca? Me atrevo a asegurar que, en aquellos
momentos, hubiera dado lo que fuese para que ella tuviera una barca sólo para
ella. ¿Sabes qué es lo mejor que podríamos hacer?
Esto requiere
actuar con rapidez, y en una emergencia no hay tiempo para parloteos ni
retrasos. Corre y trae enseguida a casa una amasadera o una gran tina poco
profunda para cada uno de nosotros tres y asegúrate que sean lo suficientemente
grandes para poderlas utilizar como barcas. Pon alimentos en ellas para un día,
no necesitamos más, pues las aguas retrocederán y desaparecerán a eso de las
nueve de la mañana siguiente. Pero tu muchacho Robin no debe saber nada de
esto. Tampoco puedo salvar a Gillian, la criada; no preguntes por qué, pues
incluso si me lo preguntaras, no revelaría los secretos de Dios. A menos que estés
loco, debería ser suficiente para ti el ser favorecido igual que el propio Noé.
No te preocupes: salvaré a tu mujer. Ahora, vete y busca bien.
»Cuando tengas las
tres amasaderas, una para ella, una para mí y otra para ti, las colgarás en lo
alto del techo para que nadie se dé cuenta de tus preparativos. Cuando hayas
hecho lo que te he dicho y hayas colocado los alimentos en cada una de ellas,
no te olvides de coger un hacha para cortar la cuerda y poder huir cuando
llegue el agua, ni tampoco de practicar una abertura en la parte alta del
tejado por el lado que da al jardín, por donde se hallan los establos, para que
podamos pasar por él. Cuando haya terminado el diluvio, te aseguro que vas a
remar tan alegremente como un pato blanco detrás de su pareja. Cuando grite:
"¡Eh, Alison! ¡Eh, Juan! Animaos, las aguas descienden", tú responderás:
"Hola, maese Nicolás. Buenos días. Te veo muy bien, pues es de día."
Y entonces seremos los reyes de la Creación para el resto de nuestras vidas, igual
que Noé y su mujer. »Pero te tengo que advertir una cosa: cuando embarquemos
esa noche, procura que ninguno de nosotros diga una sola palabra, o llame o
grite, pues debemos rezar para cumplir las órdenes divinas. Tú y tu mujer
deberéis estar lo más alejados que podáis el uno del otro para que no exista
pecado entre vosotros, ni una sola mirada, y mucho menos el acto sexual. Esas
son tus instrucciones. Vete, y ¡buenas suerte! Mañana por la noche, cuando
todos duerman, nos meteremos en nuestras amasaderas y permaneceremos allí sentados confiando en que
Dios nos libere. Ahora, vete. No tengo tiempo de seguir hablando de esto. La
gente dice: "Envía a un sabio y ahorra tu aliento." Pero tú eres tan
listo, que no necesitas que nadie te enseñe. Anda y salva nuestras vidas. Te lo
ruego. El ingenuo carpintero salió lamentándose y confió el secreto a su mujer,
que ya sabía la finalidad de todo el plan mucho mejor que él. Sin embargo,
simuló estar asustadísima.
-¡Ay! -exclamó-,
apresúrate y ayúdanos a escapar, o pereceremos. Yo soy tu esposa verdadera y
legítima; por eso, querido esposo, vete y ayuda a salvar nuestras vidas.
¡Qué poder tiene la
fantasía! La gente es tan impresionable, que puede morir de imaginación. El
pobre carpintero empezó a temblar; creía realmente que iba a ver cómo el
diluvio de Noé llegaba arrollándolo todo para ahogar a su dulce mujercita,
Alison. Suspiró entrecortadamente, lloró, se lamentó y se sintió muy desgraciado.
Luego, después de haber encontrado una amasadora y un par de grandes tinas, las
metió subrepticiamente en la casa y, en secreto, las colgó de lo alto. Con sus
propias manos hizo tres escaleras de mano con todos sus peldaños para poder
alcanzar las tinas que colgaban de las vigas. Luego puso provisiones, tanto en
la amasadera como en las dos tinas, de pan, queso y una jarra de buena cerveza,
en cantidad suficiente para todo un día. Antes de ejecutar estos preparativos envió
al muchacho que le servía y a la criada a Londres a hacer unos recados. El lunes,
cuando se acercaba la noche, cerró la puerta sin encender las velas y comprobó
que todo estuviera como es debido. Un momento más tarde, los tres subieron a
sus tinas respectivas y se sentaron en ellas, permaneciendo inmóviles unos
cuantos minutos.
-Ahora reza el
Padrenuestro -dijo Nicolás-, y ¡chitón! -¡Chitón! -respondió Juan.
-¡Chitón! -repitió
Alison.
El carpintero rezó
sus oraciones y permaneció sentado en silencio; luego oró nuevamente, aguzando
el oído por si oía llover. Tras un día tan fatigoso y ajetreado, el carpintero
cayó dormido como un tronco a eso del toque de queda, o quizá un poco más
tarde. Unas pesadillas hicieron que empezase a emitir sonidos quejumbrosos;
pero como sea que su cabeza no descansaba bien, pronto estuvo roncando
ruidosamente. Nicolás bajó silenciosamente por la escalera de mano, así como
Alison, que se deslizó sin hacer ruido. Sin pronunciar palabra se fueron al
lecho en la que el carpintero solía dormir.
Todo fue alegría y
jolgorio mientras Alison y Nicolás estuvieron allí acostados, ocupados en gozar
de los placeres de la cama, hasta que la campana comenzó a sonar para los
maitines y los frailes empezaron a cantar en el presbiterio. Aquel lunes,
Absalón, el sacristán herido de amor, suspirando de amor como de costumbre, se
divertía en Oseney con un grupo de amigos, cuando, casualmente, preguntó a uno
de los residentes en el claustro acerca de Juan, el carpintero. El hombre le
tomó aparte, fuera de la iglesia, y le dijo:
-No sé; no le he
visto trabajando aquí desde el sábado. Creo que habrá ido a buscar madera para
el abad; a este efecto, a menudo se ausenta y se queda en la granja un día o
dos. Quizá habrá ido a casa. No sé realmente dónde se halla.
Absalón pensó para
sí con gran deleite: «Esta noche no es para dormir. Es cierto; no le he visto
salir de casa desde el amanecer. Como me llamo Absalón, al cantar el gallo iré
a golpear la ventana de su dormitorio y le declararé a Alison todo mi amor.
Espero que, por lo menos, podré besarla; de todas formas, y como me llamo Absalón,
seguro estoy que conseguiré alguna satisfacción. Mi boca me ha dolido todo el
día: buen augurio de que al menos la besaré. Pensar que he estado soñando toda la
noche que estaba en un banquete... Ahora haré una siesta de una o dos horas, y así
esta noche podré estar despierto y divertirme un poco.»
Al primer canto del
gallo, este animoso amante se levantó y se vistió con sus mejores galas. Antes
de peinarse, masticó cardamomo y regaliz para que su aliento fuera dulce y se
colocó una hoja de zarza debajo de la lengua, pensando que esto le haría
atractivo. Luego se encaminó hacia la casa del carpintero y, silenciosamente,
se colocó debajo del ventanal (cuyo alféizar era tan bajo que le llegaba a la
altura del pecho) y en voz baja y medio reprimida, dijo:
-¿Dónde estás,
dulce Alison, bonita, chatita, flor de canela? ¡Despierta, amor mío, háblame!
No pienses en mi infortunio; sin embargo, languidezco de amor por ti, cuando te
deseo tanto como el corderito ansía la ubre de su madre. De verdad, cariño,
estoy tan enamorado de ti, que suspiro por ti como una paloma enamorada y como
menos que una chiquilla.
-¡Aléjate de la
ventana, mastuerzo! -respondió ella-. Por Dios que no vas a tener mis besos;
amo a otro -tonta sería si no le amase-, un hombre mucho mejor que tú: Absalón.
¡Por amor de Dios, vete al diablo y déjame dormir, o te arrojaré una piedra!
-¡Córcholis y
recórcholis! -repuso Absalón-. Jamás fue el amor verdadero tan mal recibido. No
obstante, ya que no puedo esperar nada mejor, bésame por amor de Dios y por
amor a mí.
-Prometes marcharte
si lo hago? -le replicó ella. -Sí, desde luego, amor mío - respondió Absalón.
-Entonces, prepárate -repuso ella-, que ahora vengo. Y susurró a Nicolás:
-No hagas ruido,
que podrás reír a gusto.
Absalón se dejó
caer de rodillas diciendo:
-De todas formas
salgo ganando, pues después del beso vendrá algo más, espero. ¡Oh, cariño! Sé
buena, chatita; sé amable conmigo.
Apresuradamente
ella alzó el cerrojo de la ventana y dijo:
-Vamos, acabemos de
una vez.
Y añadió:
-No te entretengas,
que no quiero que algún vecino te vea. Absalón empezó por secarse los labios.
La noche era oscura como boca de lobo, negra como el carbón, cuando ella sacó
las posaderas por la ventana. Y sucedió que Absalón, antes de comprobar lo que
era, dio a su culo desnudo un sonoro beso. Pero retrocedió inmediatamente:
había algo que no concordaba bien, pues notó una cosa áspera y peluda, y sabía
que las mujeres no tienen barba.
-¡Uf! ¿Qué he
hecho?
-¡Ja, ja, ja!
-exclamó ella, y cerró la ventana de golpe. Absalón se quedó meditando su
triste caso.
-¡Una barba! ¡Una
barba! -gritó Nicolás el Espabilado-. Por
Dios, ésta sí que es buena.
El pobre Absalón
oyó todas las palabras y se mordió los labios de rabia. Se dijo a sí mismo:
-¡Te haré pagar por
esto!
¡Si supierais lo
que Absalón frotó y restregó sus labios con polvo, arena, paja, trapos y
raspaduras!
-¡Que el diablo me
lleve! Pero prefiero vengar este insulto antes que llegar a poseer la ciudad
entera -se repetía a sí mismo-. ¡Ay, si al menos me hubiera echado para atrás!
Su ardiente amor se
había enfriado y apagado. Desde el momento en que le besó el culo, se le curó
la enfermedad. No estaba ya dispuesto a dar un ochavo por una mujer hermosa.
Empezó a lanzar improperios contra las mujeres veleidosas, llorando como un
niño al que acababan de zurrar.
Lentamente cruzó la
calle para visitar a un herrero amigo suyo, llamado maese Gervasio, que hacía
aperos de labranza en su forja. Estaba ocupado afilando rastrillos y rejas,
cuando Absalón llamó con los nudillos diciendo:
-Abre, Gervasio, y
deprisa, por favor.
-¿Qué? ¿Quién está
ahí?
-Soy yo: Absalón.
-¡Cómo, Ábsalón!
¿Cómo es que estás levantando tan temprano? ¿Eh? ¡Dios nos bendiga! ¿Qué te
pasa? Alguna mujerzuela que te hace bailar al son que quiere, supongo. ¡Por San
Nedo! Sé lo que quieres decirme.
Absalón no le hizo
caso y no soltó prenda, pues la cuestión era mucho más complicada de lo que
imaginaba Gervasio. Así que fue y le dijo:
-¿Ves aquel
rastrillo al rojo que está allí junto a la chimenea, amigo? Pues déjamelo; lo
necesito para una cosa. Te lo devolveré enseguida.
Gervasio contestó:
-Por supuesto que
te lo presto. Te lo prestaría aunque fuese de oro, o una bolsa llena de
soberanos. Pero, en nombre de Jesucristo, ¿para qué lo quieres?
-No te preocupes
-repuso Absalón-. Cualquier día te lo explicaré.
Y cogió el
rastrillo por el mango, que estaba frío. Muy silenciosamente salió por la
puerta y se dirigió al muro de la casa del carpintero. Primero tosió y luego
llamó a la ventana, igual que lo había hecho antes.
Alison respondió:
-¿Quién está ahí
llamando? Seguro que es un ladrón.
-¡Oh, no! -dijo
Absalón-. El cielo sabe, mi chatita, que es tu Absalón que te quiere tanto. Te
he traído un anillo de oro que me dio mi madre, que en gloria esté. Es muy
bonito y está muy bien grabado. Te lo daré si me das otro beso. Nicolás, que se
había levantado a orinar, pensó completar la broma haciendo que Absalón le
besase el culo antes de marcharse. Abrió rápidamente la ventana y,
silenciosamente, asomó las nalgas. A
esto, Absalón dijo:
-Habla, chatita
mía, que no sé dónde estás.
Entonces, Nicolás
soltó un sonoro pedo, que resonó como un trueno. Absalón quedó medio ciego por
la explosion; pero, como tenía preparado el hierro candente, lo aplicó al
trasero de Nicolás. El ardiente rastrillo le chamuscó la parte posterior, haciéndole
saltar la piel en un ruedo del ancho de una mano. Nicolás creyó morir de dolor,
y en su angustia empezó a dar gritos frenéticamente diciendo:
-¡Socorro! ¡Agua!
¡Por el amor de Dios, socorro!
El carpintero se
despertó sobresaltado. Oyendo a alguien gritar «¡Agua!» como si estuviese loco,
pensó: «¡Ay! Ahí llega el diluvio de Noé»; sin más, se levantó y cortó la soga
con el hacha. Todo se vino abajo, cayendo sobre los tableros del suelo, donde
quedó casi sin sentido.
Alison y Nicolás se
levantaron de un salto y salieron a la calle gritando:
-¡Socorro, que
quiere matarnos!
Todos los vecinos
se acercaron corriendo a contemplar al atónito carpintero, que seguía echado en
el suelo, pálido como un muerto. Pues, además, se había roto un brazo en la
caída. Sus problemas, sin embargo, no habían terminado todavía, pues tan pronto
intentó hablar, Alison y Nicolás le interrumpieron.
Explicaron a todo
el mundo que estaba loco de atar: aterrorizado por un imaginario diluvio como
el de Noé, había comprado tres amasaderas y las había colgado de las vigas,
rogándoles por el amor de Dios que se sentasen allí con él y le hiciesen compañía.
Todos empezaron a
reír de sus propósitos, mirando embobados hacia las vigas en lo alto y
chanceándose de sus apuros. Era inútil cuanto dijese el carpintero: nadie podía
tomarlo en serio. Juró y perjuró hasta tal punto, que toda la ciudad le creyó
loco. Los lugareños cultos, sin dudarlo, estuvieron de acuerdo en que estaba
como una regadera, y todos se rieron mucho de este asunto. Y así es cómo, a
pesar de todos sus celos y precauciones, la esposa del carpintero fue jodida,
Absalón le besó su hermoso culo y a Nicolás le marcaron el suyo con un hierro
candente.
Así acaba esta
historia, y que Dios nos proteja.
AQUÍ
TERMINA EL CUENTO DEL MOLINERO
La prosa de Giovanni Bocaccio (1313- 75)
Bocaccio nació en 1313 en Florencia, aunque durante su juventud
residió en Nápoles y frecuentó la
Corte de Roberto de Anjou, de cuya hija, María de Aquino, se
enamoró perdidamente y la inmortalizó con el nombre de Fiammetta María y
durante muchos años fue la inspiración del poeta. Tras ser abandonado por su
amada y agobiado por problemas económicos, regresó a Florencia. Más tarde,
ejerció diversas misiones diplomáticas. Pasó la última parte de su vida en
soledad.
Entre su
producción narrativa destacan las siguientes obras: El Decamerón,El Filocolo, Fiammeta, El Ninfal de Ameto y El Corbacho. Entre las poéticas, El
Filostrato, Ninfal Fesulano, La Teseida, La amorosa visión y Rimas. También realizó prosa erudita,
como Sobre las genealogías de los dioses
gentiles, Sobre los castos varones ilustres, Tratado en honor de Dante, Además
escribió más de 100 biografías de mujeres ilustres.
DECAMERÓN
Con el Decameron se inaugura
el género narrativo del cuento en
prosa. Posee una perfecta y estudiada estructura, pues se basa en 10 jornadas
de 10 narraciones cada una, con
abundantes personajes (Maese Chapelet, Duprat, El judío Abraham, Chichibio, Maese Conrado, etc). Diez jóvenes,
huyendo de la Peste de Florencia, se encierran en una villa y, para pasar el
tiempo, deciden contar un cuento cada uno al día. De este modo transcurren 10
días o jornadas.
La tradición cuentística, llegada de
Oriente, tenía una larga vida en la literatura europea. Desde las Mil y una noches hasta los clásicos, los
cuentos solían engarzarse de acuerdo a tres posibles pretextos: retrasar una
pena de muerte (Las mil y una noches),
entretener una espera tediosa (Decamerón)
o para educar a un joven príncipe (Panchatantra).
En este caso, el pretexto se utiliza para criticar la falsa moral, a la vez que
trata otros temas secundarios como el amor, la hipocresía, el engaño y la
sensualidad.
Otra aportación importante de la obra es el estilo, pues utiliza un lenguaje claro, directo y sin adornos retóricos. Por otra parte, es una tentativa de aplicar al italiano vulgar
la majestad ciceroniana que Petrarca había intentado reproducir en latín, por lo
que se caracteriza por el énfasis retórico, el artificio del verbo al final de
la frase y la construcción latinizante del período, todo ello trabajado
con frescura y espontaneidad.
Bocaccio, nos presenta a un grupo de jóvenes –siete doncellas y tres
muchachos- que durante la peste que asoló Europa en 1348 se refugian por diez
días en una casa florentina. Bocaccio adereza los cuentos con los comentarios
que se suscitan entre los juegos y bailes que todos organizan después de
escuchar la narración. Estos diez jóvenes florentinos, elegantes y cultos,
alejados de la ciudad apestada, llena de muerte y miseria, se ríen del mundo y
sus pasiones, propias de gente baja e ignorante, vividores y pícaros.
El Decamerón constituye una
de las primeras obras que no fue escrita con motivos didácticos o moralizadores,
como era propio en la Edad
Media. Todo lo contrario, la intención del autor es divertir a sus lectores, lo cual es una
característica típica de la literatura renacentista.
Los cuentos del Decamerón son generalmente de una gran desenvoltura e irreverentes en su contenido. Aunque el
origen de sus temas es muy variado, la mayoría de los relatos tienen un carácter cómico y realista. Sus
protagonistas son personajes de
pueblo que se caracterizan por su astucia
y picardía. Bocaccio renovó por completo la narración en prosa romance,
pues supo reproducir con gran fidelidad el
habla y la conversación coloquial.
En la primera jornada: La reina
es Pampinea, joven feliz en amores. En
este primer día hay libertad en el tema de los cuentos, de carácter tradicional (algunos de ellos de origen árabe) o
anecdótico. Destaca el de Ciappelletto, en el que el protagonista muere
engañando a todo el mundo con una confesión edificante que le gana fama de
santo, terrible burla solitaria. (El judio Melquisedec y el sultan Saladino...”)
En la segunda jornada: La reina
es Filomena, en ella se narran historias
de personajes que, a pesar de un
destino adverso, consiguen realizar sus deseos. Son cuentos de peripecia extraordinaria, de largos viajes, de
navegaciones y corsarios; destaca el de Andreucio de Perugia.
En la tercera jornada: Neifile,
ingenuamente lasciva, es la reina. Se desarrollan cuentos sobre personas que
logran una cosa largamente deseada o recuperan lo perdido, los narradores
procuran superarse en el relato de historias escabrosas, en las que el
ingenio, el engaño y la mentira se ponen al servicio de la lujuria, como el
jardinero Masseto, que fingiéndose mudo hace romper el voto de castidad a todas
las monjas de un convento, el del Palafranero que logra sustituir a su rey
frente a la reina, el del clérigo que envía a una lejana penitencia al marido
de la mujer que desea, el del abad que hace creer a un villano que ha muerto y
que pena en el purgatorio…
En la cuarta jornada: El rey
es Filóstrato, amante desesperado. De aquellos cuyos amores tuvieron fin
desdichado trata esta jornada, en la cual los cuentos son anécdotas
vivificadas con nombres históricos, como la hija de Tancredo de Salerno, el
trovador catalán Guilhem de Cabestany (de quien se narra la leyenda del corazón
comido), pero no faltan situaciones novelescas, como el irreverente cuento del
arcángel San Gabriel y el de la mujer del cirujano y el presunto cadáver de su
amante.
En la quinta jornada: Fiammetta, la perfecta enamorada, es la reina. Trata de casos de amor acabados felizmente, por lo general de trama
complicada.
La sexta jornada: De la que
es reina Elisa, que ama sin ser correspondida, versa sobre agudezas o frases
ingeniosas que han salvado de peligros:
anécdotas breves, algunas de tema tradicional y otras tomadas de personajes
famosos, como Guido Cavalcanti y el pintor Giotto. La jornada se cierra con la
divertida historia de Cipolla, sátira de los sermones grotescos y de la
credulidad del pueblo.
En la sétima jornada: El rey
es el despreocupado y gracioso Dioneo, versa sobre las burlas que las mujeres
han hecho a sus maridos, y es un conjunto de trampas y argucias femeninas, de las que son víctimas los maridos crédulos y
que acaban con la escandalosa victoria de la sensualidad.
En la octava jornada: cuyo tema son las burlas que a diario hace la mujer al hombre, o el
hombre a la mujer o el hombre a otro hombres; son cuentos basados en astucias
bien calculadas y en los más hábiles engaños de los listos a los tontos y
en que la inteligencia humana triunfa sobre la candidez, de la cual es
representante Calandrino, personaje de varios cuentos del “Decamerón”.
En la novena jornada: La reina
es la presuntuosa Emilia, y decide que la
elección de los temas sea libre.
Campea en ella la obscenidad, que
llega a su mayor extremo en el cuento de Gianni di Barolo, y la burla anticlerical,
en el de la abadesa; el ingenuo Calandrino, convencido por sus bribones amigos
de que está a punto de dar a luz, da motivo a uno de los cuentos más
divertidos del “Decamerón” (Federico de los Alberighi)
En la décima jornada: de la que es rey el noble y reposado Pánfilo, propone temas serios y graves. Historias ejemplares, alusivas a
señores y reyes históricos (Alfonso de España, Pedro de Aragón, etc.), a las
cruzadas y a la antigüedad; se cierra el gran conjunto narrativo con la
inverosímil historia de la paciente Griselda (El marqués de Saluzzo y Griselda), ejemplo
de fe conyugal.
Fragmento: EL COCINERO
Habrán podido oír, en caso de no haberlo visto, que micer Conrado,
ciudadano de Florencia, fue siempre hombre muy gastador, liberal, magnánimo,
aficionado a perros y pájaros, dejando a un lado sus otras aficiones.
Un día, en caza del halcón, se apoderó de una grulla cerca de un
pueblecito llamado Peretola, y como la vio tierna y gorda ordenó que fuese
entregada a su cocinero para que la asara y se la sirviera en la cena. Deben
saber que el cocinero, veneciano de origen y llamado Chichibio, era un tonto en
toda la extensión de la palabra. Toma, pues, la grulla y el asa lo mejor que
sabe. Estaba ya casi cocida y exhalaba un olorcito muy agradable, cuando una
mujer del barrio llamada Brunetta, de la que estaba enamorado. Chichibio, entró
en la cocina. El agradable humillo que se desprendía del ave que acababa de
salir del asador da ganas a aquella mujer de probarla, de suerte que no titubea
en pedir una pierna al cocinero. Este se burla de ella y le dice cantando:
-No la tendrá, señora Brunetta, no la tendrá.
-Si no me das la pierna, te juro no otorgarle el más pequeño favor.
Después de una empeñada discusión, Chichibio, que no quería desagradar
a su sobrado tormento, corta el muslo y se lo da. Aquel día había gran número
de convidados a la mesa de su amo. La grulla ñfue servida con una sola pierna.
Uno de los convidados, el primero en notarlo, demostró su sorpresa. Entonces
Conrado manda llamar al cocinero y le pregunta dónde está la otra pierna. El
veneciano, embustero por naturaleza, contestó con el mayor descaro que las
grullas sólo tenían una pierna.
-¿Acaso crees tú que no he vito más grullas que ésta?
-Lo que acabo de decir, señor, es la pura verdad. Y si lo duda, me
obligo a probarlo con las que están vivas.
Todos se rieron de semejante respuesta. Pero Conrado, no queriendo que
pasara adelante la cosa por respeto a las personas extrañas que había en la
mesa, se contentó con contestar a aquel zopenco:
-Ya que reempeñas, picaronazo, en demostrarme lo que no he visto ni he
oído decir en mi vida, veremos si mañana mantendrás tu palabra. Pero te juro
que si no lo haces, te acordarás por mucho tiempo de tu imbecilidad y tu
obstinación. No quiero que por ahora se hable más de esto. ¡Retírate!
Al día siguiente, micer Conrado, quien no había podido cerrar los ojos
en toda la noche, se levanta apenas despuntó el alba, muy resentido con su
cocinero. Monta a caballo, ordena al muy taimado que suba en otro y le siga,
dirigiéndose hacia un riachuelo a cuya orilla se veía siempre grullas en
aquella hora.
-Vamos a ver – le decía en el camino de vez en cuando y con acento
despechado-,vamos a ver cuál de los dos tiene razón.
Notando el veneciano que su amo no se había apaciguado todavía y que
iba a encontrarse confundido, buscaba inútilmente un medio para disculparse. De
buena gana habría huido si no le faltara
valor para tanto. Tal miedo le causaban las amenazas del gentilhombre. Por otra
parte, ¿cómo huir yendo su amo mejor montado que él? Así, pues, miraba
despavorido por todos lados, antojándose cuanto veía otras tantas grullas que se sostenían con dos patas.
Ya cerca del riachuelo, fue el primero en divisar una docena de
grullas que se mantenían sobre un pie, según costumbre cuando duermen. En
seguida las enseña a su amo, diciéndole:
-Ve usted, señor, como lo que decía anoche es la pura verdad. Observe
aquellas grullas. Todas no tienen más que una sola pierna.
-Voy a probarte que tienen dos –repuso micer Conrado-. Espera un poco.
Y habiéndose aproximado a las aves empezó a gritar.
-¡hu, hu, hu!.
A semejante grito despierta a las grullas, alargan la otra pierna y
vuelan a toda prisa.
-Vamos, tunante –dijo entonces el gentilhombre-, las grullas ¿Tienen
una o dos patas? ¿Qué dices ahora?
-Pues, señor –repuso Chichibio- que no sabía cómo salir del
atolladero. Usted no gritó anoche ¡hu, hu, hu! Si lo hubiera hecho la grulla habría alargado la otra pata, lo
mismo que éstas.
Respuesta tan ingeniosa agradó mucho a micer Conrado, de suerte que se
desarmó su cólera. No pudiendo contener su risa dijo:
-Tienes razón Chichibio. En verdad, debiera haber hecho lo que tú
dices. Anda, te perdono, pero no reincidas.
De manera que con una réplica chistosa, el
cocinero esquivó el castigo e hizo las paces con su amo.
3. 2. Prosa humanística
Desde la aparición de las
primeras gramáticas de lengua romances durante el siglo XV, la prosa había
adquirido calidad y profundidad suficiente para ser un buen instrumento de
comunicación. La narrativa en prosa se desarrolla por Bocaccio;
simultáneamente, la prosa ensayística comienza su particular desarrollo durante
el Renacimiento. Destacan Erasmo de Rotterdam, que en Elogio
de la locura defiende una religiosidad más auténtica, Nicolás Maquiavelo, autor de
El príncipe, obra en la que
defiende una conducta del gobernante supeditada al éxito político, inaugurando
el oportunismo sin escrúpulos que recurre al engaño, la astucia y la ocultación
de sentimientos; en otro orden, Michel de Montaigne
inaugura el género ensayístico, poniéndole nombre en su obra Essais (Ensayos), mientras que Baltasar Castiglione define al perfecto
caballero renacentista en El cortesano,
y desde Inglaterra, Thomas More
describe la sociedad ideal en Utopía.
Fragmento de Utopía
Estos dividen en veinticuatro horas iguales el día, incluyendo también
la noche. De ellas solamente dedican al trabajo seis horas, distribuidas así:
Tres horas, antes del mediodía, y a continuación almuerzan. Terminado el
almuerzo dedican dos horas al descanso o siesta. A continuación trabajan otras
tres horas, para terminar con la cena. Como quiera que la primera hora se
cuenta a partir de mediodía, son las ocho cuando van a la cama. Al sueño se
reservan otras ocho horas.
El tiempo que les
queda entre el trabajo, la comida y el descanso se deja al libre arbitrio de
cada uno. Se busca que cada uno, lejos de perder el tiempo en la molicie y
ociosidad, se distraiga, en un hobby, al margen de sus ocupaciones habituales.
La
mayor parte consagra estas horas de tiempo libre al estudio. Antes de salir el
sol se organizan todos los días cursos públicos. Sólo están obligados a asistir
a ellos los que han sido elegidos personalmente para estudiar. Pero hay que
reconocer que un gran número, tanto de hombres como de mujeres de todas
condiciones, se agolpan en el lugar de los cursos para escuchar sus lecciones,
unos a unas, otros a otras según sus preferencias. Por otra parte, si alguno
prefiere dedicar este tiempo libre a los trabajos de su oficio, nadie se lo
impide. Sabido es que hay un buen número de personas a las que no atrae la alta
especulación y lejos de criticarles por ello, se les felicita por el servicio
que prestan a la comunidad.
3. 3. Novela satírica: Rabelais (1494-1553)
La
novela medieval con tema caballeresco continúa durante el siglo XVI con obras
importantes como el Amadís de Gaula o
el Tirant Lo Blanc en lengua
catalana. También el género pastoril pervive en novelas excesivamente estáticas
y muy convencionales. Pero la auténtica aportación de la época es la novela realista picaresca en
España y la fantástica satírica en Francia entre las que destaca Gargantúa
y Pantagruel de Rabelais. Se trata de una mezcla de épica y humor,
conformando una divertida sátira sobre Francia. Está organizada como un gran
cuadro de costumbres de la época, desde una concepción alegre de la existencia
que señalan el vitalismo típicamente renacentista que la obra y el tono
humorístico y atrevido.
Fragmento:
Cuando el bueno de
Grangaznate estaba bebiendo y divirtiéndose con sus amigos, oyó el horrible
grito que su hijo había dado al salir a la luz de este mundo, pues bramó: “¡A
beber, a beber!”. (…) Y mandaron que le
trajeran diecisiete mil novecientas trece vacas para darle la leche de cada
día. Pues no era posible encontrar en todo el país una nodriza capaz de
alimentarlo, dada la gran cantidad de leche que requería, por mucho que los
doctores hayan afirmado que su madre lo alimentó y que la leche podía sacarse
de las tetas de mil cuatrocientas pipas y nueve cántaras, lo que no es
verosímil, y la tesis ha sido declarada tetúdicamente escandalosa, ofensiva
para los oídos piadoso, y se entiende desde lejos que es herética. (…) Pero se
vagaba encima a todas horas, pues era maravillosamente flemático de nalgas…
ACTIVIDAD
Observa el video del
siguiente link https://www.youtube.com/watch?v=aHl7fayjyrw
1. Copia
en el cuaderno el plan de clases
2. Elabora un mapa conceptual con los temas abordados
en el contenido
3. Elabora
un ensayo de tres páginas en donde se
evidencie lo que se trata en el video.
EN GRUPO DE TRES ESTUDIANTES